No es de extrañar que películas como la saga de Torrente del director Santiago Segura tengan el éxito de taquilla que tienen. Vivimos inmersos en una sociedad en la que, al margen de la necesaria risa, el populismo surrealista y cutre nos va cantidad. Un análisis sociológico nos llevaría a entender estos fenómenos; seguramente sea el producto de una deficiente formación cultural, cuyo resultado es la falta de interés por todo aquello que tiene que ver con el pensamiento y el conocimiento. ¡Qué pereza! eso de cavilar, es mejor distraerse con los reality show que nos ofrecen en televisión. Por otro lado, la historia del surrealismo en Aragón se ha nutrido de importantes creadores, desde cineastas como Luis Buñuel, hasta pintores como Luis González Bernal, Antonio Fernández Molina, la lista es extensa. Pero esta saga, culta, formada e inteligente solo ha quedado como referencia. Nuestra degeneración conceptual ha derivado a encontrarnos con fenómenos que son material de Torrente o, si viviera, de Berlanga, como fue el caso de la restauración del Ecce Homo en Borja. Su trascendencia populista, no la cuestión de fondo, es lo que más llama la atención, y ahora tenemos el caso de las cruces de término medievales en Bergua (Broto) que han sido restauradas por sus vecinos. Se imaginan, unas 30 personas se pusieron manos a la obra, el resultado son aplicaciones de materiales a modo de collage que les confieren formas que llegan a una visión de ternura infantil. Visto el desaguisado, Mª Carmen Muro, alcaldesa de Broto, después de su desentendimiento tiempo atrás, pide ayuda a Patrimonio, que se supone la tendrá, pero ¿acaso habría querido provocar el fenómeno del Ecce Homo? A saber. Pintora y profesora de CF.