El segundo informe trienal de la OCDE sobre el nivel de los estudiantes de 15 años en 41 países desarrollados ha vuelto a ofrecer resultados decepcionantes para España. Tanto en cultura matemática y científica como en comprensión lectora, los escolares españoles quedan por debajo de la media. Sí parece haberse conseguido un sistema equitativo, acogedor y con poco conflicto entre los adolescentes y la institución educativa. Pero esto no basta.

Ante los problemas de la educación en España, parece que sólo se sepan proponer reformas de leyes orgánicas y planes de estudio más exhaustivos. Sin embargo, la lección de los países con mejores resultados académicos en el citado estudio demuestra que la vía del éxito es otra: destinar más recursos y dar autonomía a los centros para que el profesorado sienta que puede y debe permitirse una mayor exigencia, en lugar de estar permanentemente sobrepasado por las circunstancias. Un conjunto de medios, responsabilidad y objetivos que permitan estimular a los alumnos con más dificultades, que son demasiados, e incentivar a aquellos que tienen posibilidades de alcanzar la excelencia académica, que son demasiado pocos.