Paso una tarde de lo más fructífera en compañía de jóvenes promesas, nuevos talentos en el mundo de las artes y de las letras.

Primera parada: Diputación Provincial de Zaragoza.

Se presenta allí la novela merecedora del prestigioso Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón. Este año, el ganador ha resultado Alberto Jodra, con su novela titulada Sombras que pasan. La diputada de Cultura, Ros Cihuelo, y yo acompañamos en el acto de presentación a este heroico cooperante de Médicos sin Fronteras, con un curriculum solidario que suma acciones en más de una docena de países.

Sin embargo, su novela no nos transporta a esos paisajes de África o del Tercer Mundo que tan bien conoce por haberlos operado en numerosas misiones, sino a un ámbito que tiene mucho de kafkiano, y de novela negra, con personajes misteriosos, evanescentes, envueltos en un extraño duelo criminal.

Una novela, Sombras que pasan, escrita portentosamente, con un estilo propio, a partir, creo, de profundas lecturas de los grandes autores del boom latinoamericano de los años setenta, en este caso con García Márquez a la cabeza. Pero Jodra, sobre esas y otras bases, ha sabido elaborar una prosa de gran calidad literaria, la materia artística, transparente y musical, que sostiene su historia.

Seguda Parada: Sala i_10 en la Fundación CAI. Exposición de Carlos Blanco Artero, Afterhours.

Lo primero que impacta en esta muestra en su profesión cubista. El pincel de Picasso aparece de pronto, pero en seguida vuelve a retirarse. Porque Blanco ha reelaborado, ha personalmente refundado los cánones del cubismo para hacerlo suyo, moderno e individual, como manifestación de otro estilo que no renuncia a la figuración, y cuyas formas, como en proceso de nacimiento en el seno de un mundo geométrico, apelan a la realidad, guiñan un ojo a nuestros sentidos, brillan un segundo como una flor para esconderse a su vez, como sombras doradas, entre los pétalos del misterio.

Magia y armonía, maravillosos colores y formas en la sensibilidad de este joven artista, Carlos Blanco Artero, de quien oiremos hablar, pues ya nos da muchas razones para reflexionar sobre su obra.