Paso una intensa tarde en Villamayor de Gállego hablando del bien y del mal, pero no porque se hayan dado allí casos de posesión, o fuérase a nominar un nuevo beato, sino porque Espido Freire se ofrecía a un encuentro a tumba abierta con sus lectores, que llenaron a rebosar el salón de plenos del ayuntamiento. La velada se enmarcaba en el ciclo Escritoras españolas, organizado por la DPZ, un formato nuevo de entender la literatura y su comunicación al lector/a.

El bien y el mal en la obra de Espido Freire están consustancialmente unidos a los universos a los que se aproxima como narradora. La familia Romanov, por ejemplo, última del clan de los zares de Rusia, protagoniza la nueva novela de Espido, Llamadme Alejandra. Trama histórica de gran elegancia narrativa donde destaca el personaje de Rasputín, santo o diablo, lúcido o loco, farsante o mago, personaje donde las fronteras de lo real y de lo mágico se difuminan.

También, de alguna manera, se diluían en la visión mística de Santa Teresa de Jesús, otro de los personajes icónicos de Espido Freire, al que dedicó uno de sus mejores ensayos, Para vos nací. En ese preclaro texto, la autora intenta acercarse, conversar con Teresa, de la misma manere que la santa intentó acercarse y conversar con Jesús. Pero sus experiencias y enseñanzas místicas no fueron entendidas en su época. La Inquisición la procesó, y a punto estuvo de mandarla a prisión, o a la hoguera, por heterodoxia y brujería. Porque cuando Teresa sostenía ver a Cristo en forma de un hombre hermoso en medio de un diamante de luz, sus enemigos afirmaban que estaba en comunión con el diablo...

De otros demonios, lobos, ogros y brujas nos habla Espido en Los malos del cuento, otra de sus reflexiones, también en forma ensayística, donde los arquetipos de los cuentos populares se transforman en los enemigos de la sociedad actual: asesinos, acosadores, pederastas...

Sesión, en cualquier caso, apasionante, con una gran autora. Y atentamente seguida por el equipo cultural de Villamayor, Victoria Abriego y Miguel Ángel Sierra, y por su alcalde, José Luis Montero, empeñado en prestigiar su población con actos como éste.