Parece que el Gobierno español ha decidido poner coto a los programas "telebasura" y prohibir que esos bodrios se emitan en horario infantil. Veremos si lo cumple, pues las empresas privadas concesionarias de licencias para emitir, haciendo gala de un cinismo extraordinario, alegan que esa medida va en contra de la libertad de expresión. Y lo dicen quienes recibieron graciosamente una prebenda del Gobierno para fundar una televisión, con lo que sus propietarios se han hecho mucho más millonarios de lo que ya eran, olvidando que la ley les obligaba a "prestar un servicio público". Esos programas telebasura son baratos de producir; basta un estudio, unos pocos técnicos, un presentador chistoso o una presentadora desenvuelta, una cámara para exteriores con un reportero intrépido y media docena de zánganos expertos en poner de chúpame dómine al personaje popular de turno, "famosos" les llaman ahora denigrando la antaño prestigiosa palabra "fama". Los directivos de esas televisiones alegan que emiten lo que la gente demanda. Bueno, tal vez sea así, pero no es menos cierto que esos programas contribuyen a conformar una sociedad de idiotas, acrítica, banal y adocenada. ¿Será eso lo que buscan los grandes propietarios de los medios de comunicación basura, adormilar al personal con "noticias" intrascendentes y conseguir que se olvide de cómo le están tomando el pelo? Sólo así puede explicarse que dos tipos como Bush y Berlusconi, propietario por cierto de "televisiones basura", hayan ganado las elecciones en sus países.

*Profesor de Universidad y escritor