Si el sábado declaró la infanta Cristina ante el juez Castro y La Sexta tiene La Sexta noche, ¡bingo!, el tema estaba claro: sobredosis de infanta. Empecé a verlo, pero mis lectores tendrán que comprenderme: cada día tengo más aversión a este personaje al que odia media España, y que La Sexta se empeña en invitar a todos sus programas: Francisco Marhuenda. El periodista es el impávido defensor del PP, incluso en temas que líderes del PP discrepan. Es un auténtico bastión contra cualquier duda, ante cualquier debilidad ideológica; las cosas del PP nunca tienen fisuras, siempre son como dice el reglamento que deben ser.

Por eso me alejé friamente del debate para evitar que el fin de semana se me convirtiera en una especie de El resplandor mental. No, gracias. Pero tuve tiempo de escuchar algo: que todo el mundo sabemos que la infanta no puede ser tan tonta como se empeñó en mostrar. Es curioso, señores tan ilustres e ilustrados como el respetado abogado Roca (¿por qué siempre se ríe? ¿un abogado no debería estar serio?) ofrecen como una excelente defensa que su cliente Cristina de Borbón mostrara una imagen de esposa sometida a su señor esposo. Saben que no suele ser así, con lo que deben también saber, que en la calle, el vulgo ciudadano, se troncha de risa.

Me gustaría que el tema se enfriara, pero comprendo que esto acaba de empezar. No sé si lo podré soportar indemne. Por fortuna La 1 de TVE tuvo a bien ofrecernos los premios Goya sin Wert. Les contaré mañana.