Paso una mañana distinta paseando por una Huesca diferente de la mano y a los ojos de una artista radicalmente original: Teresa Ramón.

Visitamos, admiramos en primer lugar su nuevo mural en el Museo de Huesca, Le jeu de vivre. Un prodigio de atrevimiento y resolución a la luz de un golpe de inspiración. Concebido a modo de friso, con la alegría y naturalidad de una pintura al fresco, su simbología encoge el alma y la conmueve. Desde el nacimiento a la muerte, una sinfonía de colores y formas da tránsito a la vida en todas sus formas. Ramas, brazos, tentáculos, olas, chispazos de fuego, seres unicelulares conviven bajos cielos que crean océanos y nuevas tierras donde procrear. Una emoción primigenia, seminal, se apodera del espectador cuando descubre, en medio de masas matéricas, de la pugna de las plantas y de los seres por sobrevivir, una delgada y sinuosa línea roja, la pujanza de la vida abriéndose paso en el caos, con la serpentina azul del espíritu señalándole el camino hacia la eternidad.

LE 'JEU DE VIVRE', SU MURAL DEL MUSEO DE HUESCA, UN PRODIGIO QUE ENCOGE EL ALMA

Teresa nos cuenta a Ana Armillas, la directora del museo, y a mí, cómo trabajó el mural, sus grandes lienzos, pintándolos en el suelo, arrodillada. Más que consumida, abrasada por la fiebre desde que el comisario y crítico Rafael Doctor le lanzó el reto de instalar su jeu de vivre en el claustro del Museo de Huesca. Donde, a todas luces, dada su adecuación, su moderna y maravillosa aportación al noble y viejo edificio que lo alberga, debería continuar sin fecha de caducidad, debidamente protegido de las amenazas de la intemperie, y en especial de la acción blanqueadora de las palomas.

Camino, sigo andando por Huesca junto a Teresa, calles y plazas distintas a su paso, realidad cambiante, radiante bajo su inteligencia artística. Admiro su bizantino retrato de santa Catalina en San Pedro el Viejo y me detengo absorto en el Palacio de Congresos, donde otro mural suyo, formidable, hercúleo, subyugador, proclama su talento.

Y me voy más lleno, confortado por la alegría de vivir de una mujer que conoce la pasión y el dolor, pero que, se ha levantado para pintar el mundo de rodillas con los colores del alma.