El nuevo atentado terrorista cometido en la noche del sábado en el puente de Londres y en el céntrico mercado de Borough -con el resultado de siete muertos, cerca de 50 heridos, algunos en estado crítico, y los tres atacantes abatidos por la policía- es particularmente grave porque se produjo a cinco días de las elecciones anticipadas por la primera ministra, Theresa May, que se celebrarán el jueves. La nueva noche de pánico en la capital británica se vivió solo 12 días después del atentado con bomba en el concierto de Ariana Grande en Manchester (22 muertos) y dos meses y medio después del ataque con un vehículo en el puente de Westminster, en Londres (cinco muertos), de características muy similares al del sábado. En ese periodo, además, la policía asegura haber frustrado otros cinco atentados. Todo ello quiere decir que la amenaza del terrorismo yihadista está particularmente presente en el Reino Unido, con rasgos que hacen aún más difícil impedir los atentados. Siguiendo las instrucciones de los órganos de propaganda del Estado Islámico, los terroristas atacan ahora con camiones u otro tipo de vehículos y se valen de armas blancas a falta de pistolas o explosivos. Pero su instinto suicida sigue. Los atacantes del sábado simulaban llevar cinturones de explosivos, que resultaron ser falsos, aunque era una manera de buscar la muerte a manos de la policía una vez cumplidos sus propósitos.

Ante esta determinación, de poco servirá el endurecimiento de las penas anunciado ayer por May porque poco le importa la duración de la condena a quien está dispuesto al suicidio. May, sin embargo, acertó en su declaración pública cuando dijo que los terroristas no pueden ser derrotados solo con «la intervención militar», y que hay que combatir su «ideología diabólica» persuadiendo a la gente de que los valores occidentales son mejores, pero no incompatibles con el islam, como aseguran los yihadistas. May pidió que el yihadismo no tenga facilidades para crecer en internet, sino al contrario, que la comunidad internacional se ponga de acuerdo para controlar el extremismo en las redes.

La intervención de la primera ministra no concuerda, sin embargo, con el uso que los tories han hecho del terrorismo como arma electoral en la campaña para las legislativas del jueves, ante las que es difícil predecir qué influencia tendrá este último atentado.