Nadie debe introducirse en la jaula de los leones con la esperanza de que no estén hambrientos; un mecanismo atávico les motiva siempre el ataque. Con ETA ocurre lo mismo: no desperdicia nunca la posibilidad de deteriorar la democracia. Eso lo debiera saber Josep Lluís Carod-Rovira, pero también, y sobre todo, José María Aznar. Recurrir al terrorismo es una tentación permanente del Partido Popular.

Tienen adicción porque esa droga de irresponsabilidad les dio magníficos réditos electorales cuando Baltasar Garzón destapó el escándalo de los GAL y José María Aznar se subió a la cresta de la ola. Entonces, el candidato a conquistar la Moncloa todavía no había descubierto las bondades del ataque preventivo. Ni siquiera había oído hablar de George W. Bush.

Ahora ETA ha brindado al Partido Popular la posibilidad de desgastar al PSOE en la víspera de unas elecciones generales y, ¡cómo resistir una tentación tan habitual! Está por definirse el resultado de esta maniobra. Hay nichos del mercado electoral enardecidos por la propaganda, porque el terrorismo siempre es recurrente para despertar pasiones. Pero quizá haya llegado el momento en que los electores puedan empezarse a hacer preguntas para las que Mariano Rajoy no tiene respuestas. Ahora pretenden ser los interpretes del Pacto Antiterrorista los mismos que acusaron a José Luis Rodríguez Zapatero de haberse sacado "un conejo de la chistera" cuando propuso el pacto contra ETA.

Pretender que el PSOE atenta contra la unidad de España o que no tiene definida su vocación antiterrorista no es solo una felonía sino el camino inequívoco para una fractura social que también es ancestral para los españoles porque conduce a un sociedad de "españoles buenos y españoles malos". Una música familiar.

Es posible que una inmensa mayoría de españoles, después de haber conocido el comunicado de ETA, hubiera cogido el teléfono para llamar a José Luis Rodríguez Zapatero para decirle: "No te preocupes,lo importante es que ETA no saque ventaja; vamos a reunirnos para pactar como tratamos este abominable asunto". Claro, esta posibilidad, con los actuales líderes del PP, solo puede ser un sueño. Habrá que esperar a que la Moncloa pueda tener otros inquilinos.

*Periodista