Uno de los aspectos más apasionantes y desconocidos de Aragón es su geología. La de la provincia de Teruel es particularmente original. Luis Alcalá, José Pedro Calvo y José Luis Simón han dedicado una amplia monografía a su estudio. 'Geología de Teruel', editado por el Instituto de Estudios Turolenses, se lee con mucho interés.

Los autores han dividido su estudio en seis capítulos, correspondientes a las grandes unidades geológicas en que se puede subdividir la provincia: Sierra de Albarracín, Rama Aragonesa de la Cordillera Ibérica, macizos del Maestrazgo, Gúdar y Javalambre, Terciario del sector turolense de la cuenca del Ebro, cuenca de Teruel y fosa del Jiloca, más las cuencas neógenas de Rubielos de Mora, Mijares y Sarrión, enmarcadas por las sierras de Gúdar y Javalambre.

De modo muy general, uno de los rasgos más destacados del territorio serían sus altiplanicies, situadas por encima de los mil metros, elevándose hasta doblar esa altura las principales sierras turolenses. Los ríos Guadalaviar, Alfambra, Turia y Mijares tienen su réplica en relieves más bajos, hacia la depresión del Bajo Aragón, con el Martín, Guadalope o Matarraña como afluentes del Ebro.

La historia geológica de Teruel es muy antigua y prolongada en el tiempo. Desde el Cámbrico Inferior, hace 540 millones de años, afloran formaciones rocosas. El clima semiárido facilita la observación de los estratos, muy abundantes en fósiles. Ya a principios del XVIII, ilustrados como Feijoo o Torrubia acuñaron los primeros estudios sobre restos óseos fosilizados. El irlandés Bowles, contratado por Carlos III para estudiar los yacimientos españoles, acuñó certeras observaciones científicas sobre Sierra Menera, las salinas de Arcos, el alumbre de Teruel y el caolín, base mineral con que tradicionalmente los chinos elaboraban sus delicadas porcelanas.

'Geología de Teruel' está ricamente ilustrada por gráficos de esquemas paleográficos, cortes geológicos y fotografías en las que podemos admirar las formaciones y explotaciones a cielo abierto de Utrillas (lignito), Riodeva (arenas caoliníferas), Villar del Cobo (calizas), Sant Just (ámbar), La Hoz de la Vieja y Crivillén (dolomías), además de las emblemáticas imágenes de otras bellezas de la provincia: los órganos de Montoro o la Laguna de Gallocanta. Para disfrutar aprendiendo.