El silencio bien interpretado es elocuente y enriquecedor. La quietud bien gestionada conduce al ánimo sereno. El silencio y la quietud unen.

Aragón es una tierra unida con silencio y quietud. De siempre y para siempre. Mas a veces, cuando se trata de reivindicar viejas cuestiones esenciales para la comunidad, el silencio y la quietud aragoneses pueden pasar a un segundo término. De hecho así es.

El domingo pasado, Aragón se manifestó por las calles de Zaragoza en nombre de Teruel porque los señores políticos parecen haberse olvidado de la autovía Mudéjar, del empleo y de la sanidad turolense, así como de incorporar a dicha provincia la línea del AVE Madrid-Valencia. Todo ello entre otras menundencias.

España sólo será posible desde la igualdad de todos los implicados en el invento. Y si no es así España no será posible. Un Estado como Dios manda es similar a una madre y a un padre equitativos, que no sólo reconocen y amparan a sus hijos ya favorecidos sino que también están pendientes de sus vástagos todavía por beneficiar. Es el caso de Teruel.

*Doctor en Medicina y radiólogo