Una era está terminando y la señal es una teta. Le ha salido mal el plan a Janet Jackson de aprovecharse de la hipocresía de su pacato país. Y su pacato país (y sus dementes autoridades) han aprovechado para dar un paso más, impunes, hacia la censura como norma. Es un nuevo fascismo cultural. Los intelectuales críticos con el gobierno ya habían desaparecido de las cadenas de radio y televisión. Ahora, se emitirán con retardo por T.V. los grandes eventos para poder cortar a tiempo, una loca denuncia a la cantante por daños morales, las ancianas con cáncer en la serie Urgencias no podrán hablar de sus pechos, la Jackson es expulsada de los Granmy, y la prensa y la calle se olvidan de los muertos de la guerra para hablar de la teta liberada. Se ponen verdes de escándalo ante la teta de Janet, mientras continúan su cruzada petrolífera contra la libertad sobre 10.000 cadáveres olvidados en Irak y flipan con Schwarzenegger y su educación militarista. Fuera la teta, arriba el fusil. Y lo peor, no es esa reacción peligrosa en EEUU, sino su rebote en nuestro país como la nueva ideología única. Estas deben ser las fuentes en las que beben Urdazi y sus No-Dos. Y Aznar y Rajoy, orgullosos. *Periodista