El asunto es si valen las elecciones. Si hay que impugnarlas, se impugnan. Por lo legal, con todas las de la ley. Si hay que confiscar todos los móviles como instrumentos subversivos & perversos, se confiscan. Y a ver qué pasa. No estar todo el día remugando con tontadas, emponzoñando ya el futuro incipiente, que bastante se emponzoña solo, por inercia y endodoncia, entropía, lo que sea. Los vaivenes de tropas, la meteorología, el humor, todo está al albur del cambio de Gobierno, que se supone una cosa normal, incluso sana, rutinaria, pero que ya está siendo un trauma, otro trauma. Fumarse un puro, balón al suelo.

En Irlanda ya no dejan fumar en bares y sitios públicos, aunque no dicen nada de los prados, que es el reclamo habitual. Antes de que se forme el gobierno ya le agobian las promesas, antes de que se sienten en la mesa del consejo de ministros, ya se les está acumulando la faena. En Irlanda no se fuma. Las tabaqueras, una especie de gang organizado, legal, amoniaco, cianuro, etc. van deslocalizando a sus fumadores, deciden dónde se puede correr la Fórmula 1 y donde no, según si dejan anunciar. Hay varias deslocalizaciones paralelas, igual que hay muchas globalizaciones, a veces hasta contradictorias. Resulta que los tranvías chocan con los autos, molestan: que nos habíamos olvidado, y son conflictivos. Se va rehaciendo el mapa del poder, más o menos estable, sin más cambios que los estrictamente posibles. Los plazos para formar nuevo gobierno están pensados para macerar al ganador, para darle tiempo a que nombre a los que tenga que nombrar, que no cometa locuras, que el sistema no se asuste más de lo que se asusta por las meras elecciones, que siempre suponen un algo de violencia, un punto de imprevisibilidad y de estrés. A veces, como ahora, más de un punto. Los plazos sirven para que el ganador, si es novato, se vaya dando cuenta de dónde se ha metido, en la boca de todos los lobos, que ahora son, además, amigos. El protocolo de la estabilidad, la demora, sirven para que se enfríen algo las promesas: las elecciones son un momento clímax, y hay que dejar pasar los días para que volvamos a asentarnos, han de pasar los días para que comprendamos que un SMS no cambia el mundo, y que un gobierno tampoco. Aunque en Irlanda han prohibido el tabaco.

*Periodista y escritor