A menudo me viene a la memoria aquella frase de los cuadernos de bitácora de Colón: «Toda la noche oyeron pasar pájaros», escrita dos jornadas antes de pisar tierra en el Nuevo Mundo. Lo envidiable de esa oración tan sencilla, compuesta de seis palabras, es la carga de dinamita que contiene. Resulta asombroso que, sin haber sido escrita con ambición retórica, sea tan literaria. Podríamos tomarla por el primer verso (de hecho, es un endecasílabo) de un poema sobre la víspera. Toda la noche oyeron pasar pájaros. Precisa y sencilla, pero repleta de simbolismo. Imagina uno a los marineros en cubierta, en medio de la oscuridad reinante y tras semanas de una navegación agónica. De súbito, algo atraviesa el aire. Se escucha su aleteo, quizá alguna clase de graznido. Es un pájaro y otro y otro y otro. No pueden hallarse muy lejos de la costa. Toda la noche oyeron pasar pájaros. La belleza de la frase proviene de su precisión, de su exactitud y de su economía. No necesita decir más para que el lector se estremezca porque el lector se reconoce en ese conjunto de palabras. Todos hemos oído pasar pájaros en algún momento de nuestra vida. Todos hemos detectado los síntomas de algo bueno a punto de ocurrirnos. Se oyen pájaros las vísperas del primer amor, del primer sueldo, las vísperas de tener un hijo o una hija. Se oyen pájaros hacia finales del invierno, cuando los primeros brotes de los árboles anuncian el resurgimiento, una vez más, de la existencia. Se oyen pájaros cuando el avión está a punto de aterrizar en esa ciudad mítica que soñaste visitar desde la adolescencia.

Pero se escuchan pájaros también en las inmediaciones de los sucesos desgraciados: en la madrugada anterior al fallecimiento del padre o de la madre, por ejemplo. O la tarde que precede a un ere empresarial. Hay pájaros para lo bueno y para lo malo, de ahí la expresión «pájaro de mal agüero». Las aves están fuertemente connotadas desde la antigüedad.

Había quienes leían el futuro en su canto. Una paloma muerta en la calle altera nuestro estado de ánimo. Ahora, con las primeras vacunas contra el covid, oímos pájaros que anuncian la salud. Ojalá pronto toquemos tierra.