No violentéis la tierra, escribió Epicuro. Un pre-ecologista de tiempos en que los vertidos, los residuos tóxicos, la sobreexplotación o los purines a manta no existían. Al viejo Epicuro le hubiera dado un patatús de vivir en este desangelado, entupido y rico principio de siglo. Y hubiera escrito artículos, presentado denuncia en el juzgado y llamado a la reflexión de haber visto los 200.000 litros de mierda contaminante vertida en los Monegros por un listo sin talento y sinsentido que los genera y otro que viene a arrojarlos al desierto. Es negar el equilibrio lógico de la supervivencia que reclamaba el filósofo, coronar la escalada de estulticia ambiental que nos caracteriza. Porque lo peor de todo no es el líquido tóxico generado en Igualada y vertido en Fraga, sino que en el fondo, no es mas que una consecuencia más, habitual y cotidiana, de un modo de producción y un estilo de vida. Las escasas normas ambientales y el escaso rigor con que se aplican y el supuesto creciente sentido ecológico de la sociedad son un bulo. Los ecologistas son una avanzadilla ideológica imprescindible que no cala. O cambiamos nuestro modo de vida o la tierra, ya violentada pese a Epicuro, nos lo hará pagar. Si no ha empezado ya. *Periodista