Me admira el cuajo que derrochan los parlamentarios españoles como si la malversación de dinero público de la que hace gala el Parlamento no fuera con ellos. El presidente del Congreso ni pestañeó cuando dijo que él no va a controlar el mamoneo de los viajes, de modo que seguirá habiendo barra libre en trenes, barcos y aviones, más los 3.000 euros anuales para taxis, hasta que aparezca otro rompe piernas que denuncie intereses inconfesables en determinados desplazamientos y otra vez volvamos a cabrearnos inútilmente. Sorprendió a muchos la cerrada ovación que los populares, con Rajoy a la cabeza, dedicaron a Monago cuando se descubrió el objetivo de sus viajes a Canarias. ¿Y por qué no iban a apoyarle si muchos de ellos participan de la picaresca parlamentaria? Numerosos diputados y senadores del PP, PSOE, CiU, Coalición Canaria y diez miembros del Gobierno de Rajoy, cobran 1.823 euros mensuales en concepto de alojamiento pese a tener vivienda (hasta tres casas en el caso de Montoro) en Madrid. A este timo ellos lo denominan legalidad, y no les falta razón porque el reglamento es tan perverso que aunque quisieran renunciar en un arrebato de decencia no podrían hacerlo. 150.000 firmas se presentaron no hace mucho para acabar con este saqueo, y aún se están riendo como se le rieron a Tony Cantó cuando donó su complemento a una ONG. La socialista Soraya Rodríguez le llamó "populista" y el popular Hernando le tachó de "demagogo". Como para no aplaudir a Monago. Periodista