Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quizás le ha faltado mirar un poco para atrás. En el momento en que la crisis sanitaria entra en escena, el equipo PSOE-Podemos tendría que haber pensado que hace muy pocos años ambos partidos no se entendían y solo llevan juntos desde enero de este año, por lo que hay un factor político importante que es una cierta inexperiencia del Gobierno de coalición. Para todo. Y con más razón para esto. Pero también que España, y en concreto el Gobierno español, vive una crisis política que arrastramos desde hace cinco años. Por eso el Ejecutivo, desde el minuto cero, debería haber hecho la reflexión que hizo ayer en la tribuna del Congreso el diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte: «Todos somos víctimas». Y por consiguiente, lo más necesario hubiera sido que Ejecutivo, oposición, comunidades autónomas y agentes sociales se hubieran puesto de acuerdo pronto para tomar las medidas políticas, sociales y económicas necesarias para hacer frente a la pandemia y sus consecuencias.

No fue así y eso provocó los titubeos iniciales del presidente que ha ido corrigiendo con el paso de las semanas hasta llegar ahora a esos Pactos de la Moncloa que, desde luego, son necesarios. Un camino que le marcaron otros, como el presidente de Aragón, Javier Lambán, que abrió la veda en la primera conferencia de presidentes cuando, junto con el catalán Torra, el gallego Feijóo y el extremeño Vara pidieron el control y cierre de las fronteras por la presencia de extranjeros, así como la flexibilidad en los avales y una mejor gestión del abastecimiento sanitario. Al día siguiente, España cerró las fronteras. En la segunda conferencia de presidentes, Lambán pidió un plan Marshall en la Unión Europea y junto a Torra, el castellanomanchego Page y el valenciano Puig, solicitó endurecer las medidas de confinamiento en el estado de alarma para evitar la propagación del virus entre los trabajadores con movilidad.

Otras medidas lanzadas desde Aragón fueron el apoyo al sector industrial, el plan de temporeros para la recogida de la fruta, la solicitud de que los niños salieran a la calle, la flexibilidad en el cierre de las empresas y el apoyo a los medios de comunicación. Días después se aprueba todo, salvo lo de los niños que parece que se dará el plácet pronto. Y en la tercera reunión de presidentes se pone sobre la mesa el plan de recuperación económica, los Pactos de la Moncloa con comunidades, el plan de apoyo a la cultura y la flexibilidad con los avales de ICO para que entren sociedades de avales autonómicas como Sodiar. Se estudian los avales y lo de la cultura y se impulsa el plan de recuperación. Se consigue, pues, aunque con retraso, el vamos todos unidos que ahora tanto se pide. Algo que en Aragón hace muy bien la oposición, PP, Cs e IU, que ha entendido el momento (y la DGA les ha hecho partícipes), pero que en Madrid, sobre todo Casado, no ejerce. Será porque en los comienzos de la crisis Sánchez no lo tuvo claro.