Las seis muertes producidas este año en la cárcel de Zuera no preocupan a las autoridades penitenciarias, porque aunque sí se ha detectado un incremento éste no es significativo ni apunta a ninguna causalidad, según dicen. Todo está bien pues en la tercera cárcel más poblada de España, en la que la semana pasada se ahorcó un recluso y hace unos meses otra joven presa apareció muerta atada a su cama. Los funcionarios que entienden que su trabajo debería estar más orientado a reinsertar que a vigilar se lamentan de la precariedad de la plantilla de este centro que ha superado con creces todas sus previsiones: 1.700 presos ya.