clásica es ya la cita de El gatopardo, de Lampedusa, en la que el noble príncipe De Salina, terrateniente siciliano, finge plegarse a los nuevos tiempos de las revoluciones decimonónicas bajo la estrategia de que «todo cambie para que todo siga igual». Cita que vuelve a utilizarse en cuanto es detectado un supuesto cambio que, en el fondo, solo contribuye a consolidar lo anterior. ¿Como, por ejemplo, lo que está sucediendo en España?

Bien pudiera ser, porque los supuestos cambios que puedan derivarse de la actual acción, en funciones, del Gobierno, o de las acciones del próximo, en cuanto esté funcionando tras la nueva investidura, podrían quedar en simples efectos de maquillaje para la perpetuación de un sistema en cuya defensa coinciden las fuerzas sociales y los principales partidos.

¿Qué va a cambiar el 28 de abril?

Según las encuestas, nada sustancial, pues volverá a gobernar el PSOE. Como ya lo está haciendo y como lo ha hecho durante unas cuantas legislaturas a lo largo de la Transición.

¿Y qué partido, según las encuestas, se alzará con la honrilla de la jefatura de la oposición? El Partido Popular, naturalmente, que ya lo ha sido también de gobierno, y hegemónico a menudo, a lo largo de la Transición.

Un cambio real, sustancial, de nuestro sistema político debería comportar necesariamente la llegada al poder, o a la jefatura de la oposición, de los partidos todavía llamados nuevos, los que se suponen vienen a cambiar las cosas y a aportar novedades raíces en sus programas y campañas.

Pero ninguna encuesta, ni una sola ha dado hasta ahora vencedor el 28 de abril a Ciudadanos, a Podemos o a Vox. Quedan siempre terceros, cuartos, quintos. Con experiencia ya en varias elecciones, los morados y naranjas deberían seguramente encontrarse en mejor lugar de salida, pero sus opciones sólo pasan por las alianzas gubernamentales, condicionados por otras siglas que parece van a superarles en las urnas. Permaneciendo PSOE y PP al frente de las estadísticas, de las instituciones, del poder, ¿cuáles serán los drásticos cambios que nos esperan tras el 28 de abril?

El escepticismo parece justificado.