Tras mostrar su adhesión al patriotismo constitucional (según Habermas), mi interlocutor (dirigente socialista, e historiador) clamó contra aquella Leyenda Negra que los pérfidos ingleses elaboraron para usarla como material propagandístico contra Felipe II. No discutimos más al respecto, pero me fui de la entrevista pensando que, en realidad, aquella polémica enhebrada en el siglo XVI, cuando Sir Francis Drake actuaba como un pirata despiadado y el Duque de Alba ejercía de implacable verdugo, tiene ya muy poco que ver con los debates actuales sobre España y sus circunstancias. Las bobadas del secesionismo catalán sobre la Guerra de Sucesión y el supuesto ostracismo del Principado o la absurda salida de tono del presidente de México a propósito de Hernán Cortés también son simples ejercicios de presentismo. En mi opinión, todas las dudas y rupturas que aún produce la cuestión del patriotismo entre los propios españoles se anclan en la Edad Contemporánea, en el siglo XIX.

Entonces, los relatos de los viajeros llegados de fuera (en su mayoría ingleses, vaya por Dios) describieron una España atrasada, hundida en la superstición y el abandono cultural. De inmediato, el canovismo y en general la Restauración opusieron al del enfermo de Europa un relato patriótico sustentado por la memoria del Imperio, la introducción del término Reconquista, un españolismo de hojalata y esencialmente reaccionario, un rechazo sistemático de las modas extranjeras (liberalismo, socialismo, cientifismo, laicismo) y una falsa soberbia nacionalista, tradicional y españolista, que confundía los hechos de edades anteriores y pretendía fusionarlos con las nuevas epopeyas, todas ellas sangrientas, miserables y antidemocráticas (las guerras civiles, el desastre del 98, las derrotas en Marruecos). Eso sí que pesó y nos pesa hoy.

Llenarse de indignación por ofensas retrospectivas (sea por el desplante de López Obrador o porque Colombia nos disputa un galeón hundido) no puede ser patriotismo constitucional. Es puro paleoconservadurismo. El de toda la vida.