Un amigo vino a casa para interesarse amablemente por los dos viejos que somos mi esposa y yo. Es un gesto que agradezco, claro. Fue un rato agradable y además comprobé, una vez más a lo largo de la vida la tendencia social a generalizar.

«Hoy hay mucha gente que no tiene paciencia, la televisión no se puede mirar, el tráfico es un desastre, y ¿qué me dices de la economía? Una mierda...»

Generalizar es muy fácil y suele dejar muy satisfecho. Hay un punto de orgullo en este tipo de sentencias. ¿No ves, cómo van las cosas? Qué cosas, pregunto, y entonces me miran como si yo fuera un desgraciado, como si viviera otro planeta. ¿No ves qué cosas pasan, que no miras la televisión?

Una de las artes que tiene más éxito es el arte de criticar. Pero quizá es aún más difícil el arte de contestar. «La economía de hoy es una mierda»... Tal vez quieres decir que los negocios no te van bien.

La irritación es un sentimiento humano pero no podemos reclamar lucidez si estamos exaltados. Una de las artes más practicadas es este arte de la irritación. Hay irritaciones perpetuas, por los motivos más diversos.

Pero para complicarlo más puede aparecer la lamentable y peligrosa tendencia a la generalización. Todos hemos caído, más de una vez en este error, y si se me permite la broma, ¿es que estamos rodeados de generales?

Si analizamos algunas palabras que son habituales nos llevaremos notables sorpresas. ¿Debemos hacer caso del dicho castellano «paciencia y barajar»?

La irritación es una puerta de entrada a la satisfacción. Pero ya es sabido que la felicidad no dura y la competencia puede llegar a hacer daño. Y además está el pesimismo por naturaleza que pone barreras para detener los insensatos que creen que no hay camino para llegar a la felicidad.

*Escritor