Incumplí mi previa promesa de no visitar ningún país de socialismo real o régimen comunista o como prefieran llamarlo. Y me fui a Vietnam y Camboya, que no dejan de ser destinos turísticos convencionales, pero se me revelaron como lugares extraordinarios, sorprendentes y todavía legendarios.

Yo tenía en mi dormitorio un póster donde aparecían tres mujeres indochinas (cada una con su fusil guerrillero) sobre el lema «Vietnam, Laos, Camboya, victoria del pueblo». Eran los 70, y el imperalismo mordía el polvo de la derrota en las selvas y montañas de Extremo Oriente. Cuarenta años después, las banderas rojas, las estrellas doradas, las hoces y los martillos, las estatuas de Ho Chi Min y Lenin contemplan indiferentes la explosión poscapitalista en Hanoi, Saigón o Phnom Penh. Millones de motocicletas disputan el asfalto urbano a los coches de los nuevos ricos, y las banderas del partido único ondean frente a las tiendas de artículos de lujo. Hermés, siempre, y Gucci, Armani o Boss. Por la vieja rue Catinat de las películas sobre la guerra (El americano impasible, Chaqueta metálica) circulan los mercedes y los rolls, luciéndose negros y cromados frante a la terraza del renacido Continental. Y desde el Social Club del Hotel des Arts, en el piso 23, se puede ver cada noche el fascinante espectáculo de la que fuera capital de Vietnam del Sur encenderse como un árbol de Navidad, un hipercoloreado exceso eléctrico, reluciente perla de Asia. Y podrías olvidar que entre los rascacielos, allá abajo, se suceden los mercados callejeros, los sucios aparcamientos, los apestosos tuc-tucs, los puestos de comida y las viejas encorvadas bajo el peso de cargados balancines.

Todos los caminos llevan al futuro-presente posmoderno. Aunque el punto de partida sea una revolución victoriosa y el destino amenace con el reventón de las burbujas financieras, inmobiliarias y especulativas en general.

Servidor vuelve al tajo. Ya saben: los presupuestos, el mogollón, las mentiras del PP, los cristos de las izquierdas, el precio de la luz... ¡Con lo bien que se está viajando!