Les adelantaba ayer algunos de los contenidos teóricos del último seminario de la Fundación María Domínguez, que consiguió reunir a medio centenar de intelectuales y especialistas en torno a una serie de debates sobre el futuro de Zaragoza como ciudad-región, y el despegue socioeconómico de la comunidad.

Particularmente sugerente me pareció la intervención del profesor José María Serrano, lúcida y crítica al mismo tiempo. En su opinión, Zaragoza capital no ha alcanzado todavía el rango de metrópoli; se encuentra en el umbral del concepto, por lo que atribuírselo con la alegría con que a menudo se le otorga este blasón no deja de ser una muestra de voluntarismo. Serrano sostuvo que si la capital aragonesa pretende, en efecto, convertirse en una verdadera metrópoli, debe hacerse "visible", pues padece en la actualidad "una imagen más bien borrosa". El interveniente abogó por una política cultural de auténtico fuste, y por una apuesta por la excelencia. Puso un ejemplo gráfico: "No basta con traer el AVE si la nueva estación es un desastre".

Fernando García de Leániz, por su parte, realizó un análisis en el que muchos, básicamente, coincidimos. En la parte positiva, hay que valorar el hecho de que Aragón disfrute de un alto nivel de renta, de paz social, que apenas sufra la mordedura del paro, que disponga de una balanza favorable por lo que a su comercio exterior respecta y de unos procesos formativos más que aceptables, con una carencia, más o menos clamorosa, en el aprendizaje y dominio de idiomas. Para Leániz, el cuello de botella demográfico no sería un problema candente, al repartirse los recursos de manera hasta cierto punto uniforme entre una población que, siendo escasa, es suficiente. Sí encarnaría un problema mucho más serio nuestro déficit infraestructural y la corrección de esa "imagen borrosa", desenfocada, confusa de Zaragoza que ya apuntaba José María Serrano.

Dos veteranos políticos socialistas, Santiago Marraco y José Félix Sáenz Lorenzo, incidieron con diversos argumentos en el capítulo de infraestructuras.

Marraco comenzó advirtiendo que, a su juicio, la reciente ampliación de la UE va a desplazar los centros de poder continental hacia el eje Londres-Berlín-París, marginando a nuestro país y, por extensión, a la comunidad autónoma aragonesa. Como reacción a este impulso endógeno, macroeconómico, que difícilmente se podrá frenar, como compleja de atajar será su previsible secuela de deslocalización, Marraco contempla con muy buenos ojos la propuesta de eurorregión formulada por Pascual Maragall, ese triángulo Burdeos-Marsella-Valencia en el que tal vez, por qué no, deberíamos estar, a riesgo de quedarnos en terreno de nadie. Marraco insistió en que, a su juicio, el eje norte-sur favorece más a la comunidad valenciana que a esa Zaragoza que sigue siendo, mal que nos pese, cruce de caminos...

Y sobre el camino y el caballo de hierro habló Sáenz Lorenzo, otro de los popes del PSOE. Lo hizo para reivindicar el AVE para Huesca y Teruel. Un tema fundamental, desde luego, sobre el que Rodríguez Zapatero debería pronunciarse a la mayor brevedad.

*Periodista y escritor