Pasa todos los años pero siempre me sorprende: llega el 7 de julio y me encuentro a mi mujer contemplando ensimismada la retransmisión del encierro desde Pamplona. A ella los toros le importan un bledo pero, contradicciones de la vida, llega San Fermín y se le ponen los pelos como escarpias en cuanto sueltan a los morlacos por la calle de la Estafeta. Debe ser su ADN navarrico. Las retrasmisiones catódicas de las tradiciones taurinas son en sí mismas una paradoja: la fuerza atávica que hace que pervivan ritos milenarios en alianza con la moderna tecnología de la información. Lo telúrico y lo posmoderno juntos de la mano, pura contradicción. Si mi admirado Ramón Acín levantara la cabeza no daría crédito. En 1923, fruto de su activa oposición a la construcción de la nueva plaza de toros de Huesca, publicó un delicioso libro de dibujos humorísticos titulado: Las corridas de toros en 1970 . Trataba de evidenciar el anacronismo de la llamada fiesta nacional proyectándola 50 años en el tiempo, para él era cómico imaginar un futuro en el que los aeroplanos y los teléfonos convivieran con las corridas de toros. Está claro que se equivocaba: el futuro ya está aquí y es pura contradicción.

*Músico y gestor cultural