Casi 20 horas permaneció un hombre de 63 años atrincherado en un bar de Zaragoza hasta que él mismo puso fin a su vida. El trágico desenlace se fue haciendo previsible a medida que pasaba el tiempo y ni los negociadores de la Policía ni las comunicaciones familiares que facilitaron con la víctima obtenían una respuesta que permitiera pensar que depondría su actitud. Iba armado con una pistola, aunque no había rehenes. El suceso mantuvo en vilo a las fuerzas de seguridad que acordonaron la zona y despertó todo tipo de conjeturas entre el vecindario. Lamentablemente, una obcecación de tipo personal por un revés emocional y económico que había recibido desembocó en el dramático final. Ahora solo falta que la investigación permita reconstruir una historia que nunca justificará el trágico final.