Desde que retuvo, ganando en primarias, la secretaría general del PSOE aragonés y desde que Echenique se fue a Madrid sin haber podido controlar su relevo al frente de Podemos, Javier Lambán está mucho más tranquilo y relajado. Lo cual le sienta muy bien, porque este hombre cuando se pone de los nervios pierde el ritmo y el compás. Pero ahora pasa por su mejor momento, está a gusto, actúa con buen talante, y a tenor de lo que dijo en la entrevista que le hizo este diario hace unos días, ha renovado su confianza en que la segunda parte de la presente legislatura irá sobre ruedas. Así podrá recuperar terreno y frenar cualquier posible ascenso de la derecha (¡tan crecida!) en la siempre pacífica y dulce Tierra Noble.

He dicho pacífica y dulce, sí. Porque parece mentira que esta comunidad nuestra no haya sido más favorecida por los dioses de la abundancia, siendo como es un oasis estable, tranquilo y previsible, encajado entre los dos territorios más levantiscos, puñeteros e inciertos de las Españas. Y sin embargo los periféricos centrífugos catalanes y vascos (más los navarros, que ahora también pasean por la acera de enfrente) llevan decenios prosperando y creciendo, mientras aquí, aun disfrutando de una apacible medianía, vamos siendo cada vez menos y nuestra economía más dependiente.

Lambán clausurará hoy el Congreso del PSOE aragonés, con la presencia de Pedro Sánchez y unos acuerdos previos que permitirán cerrar una ejecutiva de consenso e integración de las tres provincias (aunque Dueso, la otra candidata a las primarias, puede quedarse fuera). Es lo que mandan los cánones tradicionales del partido. Ha llegado la paz interna (dentro de lo que cabe) y con lo de Cataluña incendiando la actualidad, el socialismo español tiende a replegarse sobre sí mismo (salvo el PSC, claro, que está en plena desbandada).

Aquí no pasa nada. O casi nada. Van celebrándose juicios por presuntos delitos de corrupción y similares, y se suceden los fallos absolutorios. El caso Plaza ha cerrado dos de sus causas sin daño alguno para los acusados (más bien al contrario). Lo mismo ha ocurrido en relación con el oscuro asunto de la Denominación de Origen Jamón de Teruel, donde por falta de pruebas los procesados se han ido de rositas. A este paso, el único que igual se come un marrón es el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, acusado ahora por el servicio jurídico de Ecociudad. Causa cierto pasmo que el regidor y un par de sus despistados concejales pudieran ser imputados por delitos relacionados con la depuración de las aguas residuales... en una ciudad y una comunidad donde los servicios de saneamiento han acumulado sospechas e indicios de corrupción mucho antes de que Zaragoza en Común llegara a existir.

Mientras, los debates en las instituciones se ciñen al habitual y cansino ritual del forcejeo retórico. sin novedades, sin estridencias. Casi da miedo que prospere esa petición para que le endosen una orden de detención al exconseller Puig por los bienes de Sijena. A quién se le ocurre meterse ahora en líos. Con lo tranquilos y lo bien que estamos.