De esta película extraordinaria, aunque muy triste, cabe destacar la alegría que late en el mal o lo bien que se lo pasan personajes malvados, capaces de hacer daño a los demás, sí, pero también de amarse y respetarse a sí mismos y a los suyos.

Esta paradójica condición del malvado humanizado, de la banalización o humanización del lado oscuro del hombre será precisamente lo que nos invite a reflexionar al salir de una cinta como Un asunto de familia, de Hirokazu Koreeda.

Su original argumento nos va a situar en el seno de una familia tan original como lo son sus propios miembros. Una pareja, un matrimonio normal, que vive con sus hijos pequeños y con una anciana, la abuela de los niños, en la ciudad de Tokio.

Hasta ahí, todo normal. Las escenas domésticas, cotidianas, seguirán una tras una mostrándonos su manera de ser en familia, de ganarse menesterosamente la vida y sobrevivir en un Japón competitivo y rico en el que ellos están en inferioridad de condiciones.

Sin embargo, pese a vivir en una casa hecha con cartones, son felices, ríen, juegan, comparten sus escasos recursos.

Poco a poco, los giros argumentales nos irán desvelando sorpresa tras sorpresa.

Ni ese padre ni esa madre, ni los adorables niños ni la bondadosa abuelita serán lo que aparentan ser. Sus respectivos pasados, celosamente borrados por ese presente feliz en el que dejan pasar el tiempo ocultan trampas, dolor, delitos de sangre, actos cuya maldad intrínseca no solo resulta intolerable, sino, lo que es ética y moralmente más grave, incompatible con la unidad familiar de que pretenden seguir disfrutando.

Una trama que plantea desde otro punto de vista la terrible paradoja de que las consecuencias de un mal acto, de una horrible acción, pueden ser más positivas que los efectos de una buena causa. Que, a través del mal, se puede hacer el bien a otros seres humanos.

Como seguramente, Adán y Eva, a pesar de haber pecado y haber sido forzados a abandonar el paraíso, tuvieron la oportunidad de volver a ser felices en una tierra donde regían otras normas.

¿Transmutación de todos los valores? (Nietzsche).