La parálisis institucional afecta cada vez a mayor número de corporaciones públicas, desde el Govern de Cataluña al Ayuntamiento de Zaragoza. En estas y otras muchas instituciones, los representantes populares, representándose, sobre todo, a sí mismos, han logrado generar tantos y tan graves enfrentamientos y problemas que han paralizado la gestión, en detrimento del ciudadano y de sus intereses reales.

Pero mientras sus señorías se enzarzan por cuestiones procedimentales, la vida sigue. Con independencia de sus gestores políticos, la administración continúa funcionando. Se instruyen expedientes, se reparan calles, se recogen las basuras e imponen multas de tráfico...

Un informe técnico de vialidad, por ejemplo, acaba de proponer y avalar la puesta en marcha en Zaragoza de una segunda línea del tranvía, y convendría hacerles caso. Porque esa segunda vía, que se extendería de este a oeste, complementando la que ya existe de norte a sur, situaría a la capital del Ebro en una excelente posición en cuanto a movilidad urbana. El tranvía como modalidad de transporte ecológico, económico, cómodo, rápido y moderno se impone, en el criterio de los expertos, a esa otra opción que encarnaría el autobús biarticulado, eléctrico o híbrido.

El tranvía ofrecería a los usuarios más plazas y mayores frecuencias, sería más accesible, transformaría más adecuadamente el escenario urbano y ofrecería mayor resistencia a todos aquellos avatares, imprevistos o conflictos, desde averías a huelgas, con riesgo de paralizar su servicio. Siendo susceptible el actual modelo, además, de comunicar sus vías y estaciones a futuros modelos de trenes urbanos que pudieran diseñarse desde otras instituciones como enlace entre la capital y sus periferias y cercanías.

A falta de grandes proyectos, habiendo renunciado unos y otros grupos municipales a soñar con los ojos abiertos, a las grandes apuestas, esta, la de ampliar las líneas y servicios del tranvía, podría ser un objetivo que reuniera suficiente consenso como para ponerlo en marcha.

Aunque, tal como está el consistorio zaragozano, donde los concejales de distintos grupos apenas se hablan, habiendo comenzado entre los de los mismos bandos los codazos por ocupar las sillas electorales, vaya usted a saber si tenemos tranvía nuevo o seguimos en la vieja parada.