En los últimos años, los pacientes han sufrido en sus propias carnes el desgaste de 33 años que sufre el hospital de Traumatología, un desgaste que se hace más patente en las masificadas habitaciones con una sola toma de oxígeno y en los angostos y ruinosos lavabos del centro. Pese a las muchas carencias, el hospital ha conseguido ser uno de los centros especializados en traumatología, lesionados medulares y quemados de mayor prestigio del país, lo que dice mucho a favor de la profesionalidad de los trabajadores sanitarios que han suplido con creces el deterioro estructural de este centro, sometido ahora a una profunda rehabilitación.