El 8 de marzo trece mil rosas en los corazones y en los latidos de cada mujer en el mundo. Mañana haremos huelga o nos manifestaremos por las calles, cada una lo que quiera hacer estará bien hecho. Pero en cada una de nosotras latirá la memoria y el homenaje a esas trece rosas asesinadas en la flor de la vida hace ya miles de años (metafóricamente hablando), y que hoy unos bárbaros ofenden con mentiras e insultos que pervierten la verdad y la historia. Una vergüenza que duele de solo oírla en la bocaza de individuos que se sientan en el Congreso de los Diputados y en la silla del regidor de Madrid. Me niego a nombrarlos porque no merecen ni el esfuerzo de teclear, en este ordenador, sus nombres malditos con la estulticia de los ignorantes.

Hace falta ser bestias para ordenar destrozar un memorial a las víctimas del franquismo, destrozar las placas con los versos de un poeta tan enorme como Miguel Hernández y escupir sobre la historia de trece jóvenes mujeres fusiladas por la Dictadura de Francisco Franco en Madrid el 5 de agosto de 1939, cuatro meses después de finalizada la guerra civil. Y vueltas a asesinar hoy. Ahora. En pleno siglo XXI. Como dijo acertadamente Pablo Iglesias: «Es vergonzoso hasta para un fascista». La democracia en este país a veces peca de eso que se llama buenismo. Es decir: tragar con todo y mirar para otro lado.

Si no fueran tan caras las rosas deberíamos salir a las calles el domingo con una rosa en la mano para acallar a estos tipos que ni siquiera se disculpan en público por sus meteduras de pata constantes. No merecen el acta de diputado ni gobernar la alcaldía de la capital de España. Yo les quitaría esas canonjías (empleo que requiere poco trabajo o esfuerzo y del que se obtiene bastante provecho) por delito de odio, aunque hayan conseguido el puesto en unas elecciones democráticas.

Hay que tener el cerebro en encefalograma plano para decir ante un micrófono que «Hay que resignificar a las víctimas». Pero ¿de qué está hablando el alcalde de la capital de España? Por favor que alguien le regale un diccionario de la RAE o el de María Moliner. ¡Ya vale! No queremos volver a reinterpretar la historia de este país todavía partido por una guerra civil que ya huele a naftalina de puro manoseada por aquellos que la nombran día sí y otro también. Que sepan que las mujeres nos sentimos ofendidas y maltratadas por estos machistas de libro. Incapaces de callarse a tiempo y respetar las reglas del juego democrático.

Este año resulta que los del PP se unen a la movida del 8M para no quedar aislados. Y saldrán un ratito a la calle el domingo para que las cámaras les inmortalicen en sus contradicciones flagrantes. Eso sí, ellos han dado la vuelta a la tortilla y lucirán un lema tan absurdo como flojo: «Mujer por encima de todo». ¿Cómo que por encima de todo? Esta gente necesita un curso intensivo de filosofía. Además de insultar a las víctimas de la violencia de género y del fascismo español sonríen como idiotas.

*Periodista y escritora SFlb