El aspecto del Congreso de los Diputados durante la sesión de ayer resumía la magnitud de la crisis que azota a España y a la comunidad internacional. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compareció para dar cuenta de la gestión de la emergencia sanitaria y mantuvo un debate con la oposición ante un Parlamento prácticamente vacío. Entre intervención e intervención, una empleada del Parlamento lavó los micrófonos y el atril. Nada es normal, ni en la política, ni en la economía (otra sesión para olvidar de los mercados) ni en la calle, con el país confinado. La gran preocupación es cuál será la nueva normalidad cuando termine el confinamiento y la epidemia esté bajo control.

En su intervención en el Congreso, Sánchez anunció que presentará unos Presupuestos Generales del Estado para el 2021 de reconstrucción social y económica. Sánchez alerta de que «lo más duro está por llegar», y al mismo tiempo mira hacia adelante. El líder de la oposición, Pablo Casado, abandonó el tono duro de los primeros días de la crisis y la crispación que hasta ahora había marcado la legislatura, y brindó su colaboración al Gobierno. Hubo reproches en su discurso, probablemente se trate de una tregua temporal, pero el de Casado fue un gesto apreciable. No solo durante la crisis es necesaria esta unidad que ayer en cierta medida se escenificó en el Congreso, sino que después será aún más importante.

Porque las noticias que llegan de todo el mundo son desoladoras, y hablan de un avance imparable de la pandemia ante unos estados que deben encontrar un equilibro imposible entre evitar el colapso del sistema sanitario y al mismo tiempo dañar lo menos posible la economía. Es significativa la defensa del sector público que efectuó ayer Sánchez en el Congreso, donde afirmó que el objetivo del país debe ser «la protección del Estado de bienestar, el sistema público y la protección de la sociedad y la economía». Es sobre el sector público donde está recayendo la mayor parte del peso de la lucha contra la pandemia, y uno de los debates que sin duda serán inevitables cuando termine este periodo excepcional será cómo se refuerza lo público en ese esfuerzo de reconstrucción del que habló Sánchez. Casado, como es natural, discrepa en este punto, pero un intercambio de ideas como el que hubo ayer en el Congreso es lo que se espera de líderes políticos responsables.

Lo cual no quita que se puede y se debe pedir explicaciones y responsabilidades por la gestión. Lo hicieron Casado y otros grupos de la oposición (ERC_fue especialmente dura, en la misma línea que mantiene la Generalitat)._Pero ante la magnitud de la crisis (13.716 personas infectadas y 598 muertos ayer al mediodía) es de agradecer esta tregua temporal en la crispación que hasta ahora dominaba la política española. En hora tan grave, urge más que nunca la responsabilidad en los líderes políticos y el civismo y la solidaridad en la ciudadanía a la hora de cumplir con las reglas del confinamiento. La unidad es vital para que este periodo excepcional sea solo un paréntesis. y todos salgamos más reforzados, como país y como sociedad.