El 92,8% de los españoles no cree que estemos saliendo de la crisis y el 68,2% piensa que las medidas adoptadas han sido ineficaces (según Sigma Dos). Así de encapotado se presenta un 2015 cargado de citas electorales. Ante el desprestigio de los programas (ahora que los acreedores pesan constitucionalmente más que los derechos), parece claro que el lugar donde se encuentren argumentos y sentimientos, y donde se diriman inercias y mares (males) de fondo lo determinará el lenguaje que desarrolle cada partido.

Por ahora, concurren tres bien diferenciados. El del PP es escaso y claramente defensivo, habitual en quien ostenta el poder. Sus decisiones ("duras y difíciles de explicar") evitan los debates y se dejan arrastrar por la corriente (esta vez la marca Merkel; antes fue Aznar el que babeaba tras Bush Jr.). Y eso que hasta la OCDE reconoce que esa dirección es contraproducente y no ofrece "raíces vigorosas". Pero en el PP prefieren negar a dudar como prefieren la fe a la razón.

El PSOE, por su parte, ha entendido la renovación estética de sus cargos pero no los límites de una retórica llena de tics y tópicos de oposición clásica, lanzando mensajes de regeneración al tiempo que mitifica su propio pasado en lugar de depurarlo.

Sin duda, el lenguaje más novedoso es el de Podemos, que los sondeos sitúan actualmente como la tercera fuerza nacional. Han sabido concretar el descontento general en la distinción transversal casta/pueblo, condensando argumentos en lemas claros que recuerdan al 15-M y optimizando los medios de comunicación (Juan Carlos Monedero aparte). Para quienes vean aquí una simplificación populista no está de más recordar la de Rajoy, cuando distingue entre "mayoría silenciosa" (los esperanzados) y los "agoreros" (los críticos).

Pero la ciudadanía no solo quiere escuchar. La desafección que poco a poco nos empujaba a la pasividad parece estar desapareciendo. Un informe de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción recoge los datos del creciente compromiso personal y social de los jóvenes, y no por un mismo camino ideológico. Hay inquietudes en todas las direcciones. ¿Estará volviendo la política? Periodista