La deriva pactista del Partido Socialista, en manos del sanchismo, reclina la balanza en todos aquellos que no piensan en un interés general. Los nacionalistas tienen más poder de decisión que nunca con pretensiones alejadas del marco de convivencia.

De manera inusitada, esto sucede por primera vez. Lo que atañe o preocupa en el seno de la política catalana trasciende al resto de España. O lo que es lo mismo: España está en manos de la decisión final de los que reniegan de nuestros intereses comunes. Es la suma entre Pedro Sánchez y los separatistas, de un pacto tóxico que nos asoma a un precipicio común.

En el ruido que acontece los acercamientos o alejamientos de los políticos inspirados en pactar en contra de la esencia de la Constitución, se alejan del imaginario colectivo varias preguntas que deberíamos recitar cada día. Serían decenas de dudas o preguntas pertinentes, pero hay tres que entiendo que resaltan lo que nos acontece

Sánchez insiste en apoyarse en un pacto con Esquerra Republicana mientras estos no cesan en sus reivindicaciones inconstitucionales o que dilapidan las decisiones de los órganos judiciales.

Y es por ese motivo que la pregunta es obvia: ¿Qué interés tiene ERC en que gobierne el PSOE y a cambio de qué? La respuesta es confusa por el silencio del principal valedor de ese pacto. Ni Sánchez, ni los barones levantan la voz. Tan solo para explicarlo o para rechazarlo.

Sé que es de perogrullo, pero resulta incomprensible que un político condenado como Oriol Junqueras -por uno de los delitos que atenta contra nuestra Carta Magna con más contundencia- sea el decisor del acuerdo con el PSOE. ¿O es que Sánchez es capaz de pactar con cualquiera para estar en el poder?

La simple perspectiva de que un político en prisión inhabilitado para el cargo público, con sentencia firme, sea capaz de virar el timón de un país que reconoce como totalitario es demencial. Quizá a veces perdamos la conciencia de la realidad por el continuo ruido que nos aturde, pero esta es la situación más crítica.

Por otro lado, cabría preguntarse a qué aspira el PSOE para pactar una investidura con una gran parte de los partidos que pretenden socavar el régimen constitucional que mayor cotas de libertad ha dado a España.

Y más cuando hace pocas semanas, en el fragor de la campaña electoral, aseguraba que nada así ocurriría. Haga lo que haga, que lo explique. Por saber a qué atenernos.