Después de ocultar información durante ocho meses y de negar algunas pruebas que son vitales, Defensa pretende ahora que las familias de los 62 militares muertos en el accidente del Yak confíen en las buenas intenciones del ministerio para realizar una sofisticada prueba de ADN por vía diplomática. Es mucho pedir a estas alturas de un proceso en el que ha habido de todo menos claridad. Las familias quieren ir a Turquía y ponerse a disposición del Instituto de Toxicología para identificar con plenas garantías a sus muertos. Definitivamente, el ministerio de Defensa tiene que ser transparente y muy generoso con las familias. De una vez.