Es un Seat Alhambra como cualquier otro taxi de Las Palmas pero no es un taxi cualquiera. Este es el trineo de Papá Noel, y Antonio, el taxista más navide- ño del mundo.

Nos espera puntual a la salida del hotel con su media melena blanca y sus gafitas de moldura dorada. Tiene los ojos claros y facciones delicadas. Sin duda puede pasar por el mago de los regalos que nos visita desde tierras lejanas y frías. Sin embargo, sus hablares y maneras rezuman el son canario, su cadencia y su parsimonia.

El taxi: Un belén sobre ruedas, como recogen las pegatinas que pueblan las ventanillas del vehículo. La señal externa de taxi luce con una suerte de muérdago. Dentro del coche, un gigantesco belén compuesto por diversas figuras, fauna y flora canaria se extiende a lo largo del salpicadero y transita por el asiento del copiloto.

Asiento que semeja una montaña en su parte alta por donde caminan los tres reyes magos y que en la ladera alberga el pueblo de Belén con su nacimiento. No le falta un detalle, me dice Antonio, y señala con orgullo su idiosincrasia isleña: «Todas las plantas son de aquí, tuneras, cactus, dragos... Y, como no tenemos río, he puesto el mar con sus barcos y todo».

Hasta un pequeño entierro aparece al margen derecho, casi pegado a la manija del retrovisor. Antonio viene montándolo en el taxi desde hace cinco años, aunque es diferente en cada ocasión e igual de minucioso. Siempre le gustó colgar y poner cosas en el taxi pero la deriva navideña es sin duda un hecho extraordinario para el que tiene todos los permisos y licencias necesarias, aclara. Le pregunto si me deja hacer alguna foto y Antonio sonríe encantado ante mi mirada estupefacta.

Entramos en el taxi, y antes de nada, este Papá Noel canario nos ofrece, como no, un caramelo. Con el dulce en la boca contemplo el interior. Los asientos, el techo, los suelos están forrados de cuero rojo y negro. Algunas estrellas rojas quedan estampadas aquí y allá. Los reposacabezas de los asientos llevan cosidos gorros rojos con sus borlas.

«Del 21 al 25 de diciembre salgo también a trabajar vestido de Papá Noel. Y, ahora, para Reyes, le hacen hueco a mi taxi en la cabalgata de la ciudad», comenta satisfecho. Todo esto nos lo cuenta camino del aeropuerto, mientras los coches de la autopista se pelean por igualarnos para poder sacar una foto, o dos o tres, desde sus móviles.

Una rubia sonrosada que parece inglesa se queda boquiabierta cuando nuestro trineo le alcanza y supera por el lateral izquierdo. Nos cuenta que todos los años vienen de diversas televisiones europeas para grabarle. «Si entras en Youtube y pones el taxista más navideño del mundo podrás comprobar el éxito. Es una forma más de patrocinar la isla».