El Gobierno tripartito de Cataluña seguirá su rumbo bajo la presidencia de Maragall pese a la crisis desatada por el conocimiento de la entrevista de Carod-Rovira con la cúpula política de ETA. De común acuerdo, PSC y Esquerra han decidido dar prioridad al mantenimiento del pacto suscrito para la formación del Gobierno de izquierdas, por encima de las presiones del PP y de sectores del PSOE poco proclives a ese acuerdo. Y para salvar el tripartito, tanto Maragall como Carod han asumido su responsabilidad: el presidente ha aceptado la dimisión del hasta ahora conseller en cap y éste ha decidido someterse al juicio de las urnas al anunciar que abandonará la Generalitat por propia iniciativa para ser cabeza de cartel de ERC en las legislativas del 14-M. Maragall y Carod coincidieron en condenar duramente la manipulación del encuentro con ETA realizada por el PP por motivos "exclusivamente electoralistas", si bien Carod extendió esta acusación también al PSOE. Les asiste buena parte de razón, porque la torpeza y la deslealtad del líder de ERC han sido instrumentalizadas con una demagogia inusitada. Una vez más ha quedado en evidencia cómo el problema del terrorismo se convierte en un argumento del que se espera un sustancioso e inmediato rédito electoral.