He visto la película de Amenábar Mientras dure la guerra que recomiendo, aunque desde las primeras escenas me embargó la tristeza, pero el cine no siempre ha de ser divertido. Salí tristón y pensativo. Y todavía me dura esa sensación melancólica. ¿Qué hubiera sido de España si aquellos militares rebeldes, apoyados por la Iglesia Católica, (que convirtió la traición a la República en cruzada), y por todas las derechas que veían amenazados sus seculares privilegios, hubieran permanecido fieles a sus juramentos? ¿Por qué tanta crueldad, tanto fanatismo, tanto odio y tanta vida truncada? Es relevante el relato de los tejemanejes de Franquito, según otro general, para hacerse con el poder absoluto y conseguir no soltar España hasta su muerte. Ese Franquito que nunca acabó de irse de la mente de algunos españoles y que hoy reivindican a cara descubierta imponiéndolo en el discurso y en los hechos de todas las derechas. Esto es lo grave y no es ninguna broma. La supermegainteligente presidenta de la Comunidad de Madrid Díaz Ayuso, dice que habló de que podrían arder iglesias tras la exhumación de Franco como «argumento retórico llevado al extremo» Y el de Ciudadanos, le apoyó. Allí donde pueden, también en Zaragoza, la extrema derecha franquista, que ya está en las instituciones, comercia con su apoyo acabando con la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica. Cuando la ignorancia se une al fanatismo y además se suma la conquista del poder a cualquier precio, el resultado es que el neofranquismo consigue sus objetivos.

No se puede permanecer impasible ni mirar para otro lado. Hay que crear un clima social de absoluto rechazo, a ver si se les cae la cara de vergüenza. Y votar en consecuencia.

Profesor de universidad