Cuentan las crónicas que, tras la derrota del PSOE en el 96 y convencidos los estrategas de Ferraz de que volver al poder era coser y cantar, colocaron a exministros como portavoces parlamentarios.

Y cuentan también que Alfonso Guerra (que ya vivía ese curioso exilio de diputado perpetuo) lanzó una de sus sentencias a Almunia: no se puede hacer oposición con exministros porque, en cuanto abran la boca, se la cierran a gorrazos. Guerra sería lo que fuera, pero no era tonto. En el 2000, el PP tocó el cielo.

El hombre (y más si es político) es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y tres, si hace falta. Palabras textuales de Angel Acebes: "Cuando no se tienen principios, sólo se busca la ventaja partidista y se es capaz de mentir, manipular y buscar excusas para revolver el pasado todos los días". Parece que hablara de Jaime Mayor, amenazando con orear el GAL hace quince días, o de Rajoy hablando de paro, despilfarro y corrupción para no hablar de las mentiras de Irak, del 11-M o del Yak. Seguro que algún miembro del PP se cabrea al leer esto, en lugar de aprender de coscorrones ajenos.

Filesa o el GAL fueron, además de delitos abominables, chapuzas que sólo se entienden por la prepotencia que genera el exceso de poder. Los casos en los que se enfangó el gobierno Aznar son la repetición de la jugada.

Y la dificultad para pedir disculpas y dimitir, tres cuartos de lo mismo. ¿Será mucho pedir que reflexionen?

*Periodista