Leiva Bronstein , conocido como León Davidovich Trotsky había nacido un 26 de octubre de 1879 en Janovka, población de Ucrania, en el seno de una acomodada familia de terratenientes de origen judío. Socialista desde su juventud, tras la Revolución de Octubre de 1917 creó el poderoso Ejército Rojo y dirigió las principales batallas contra los rusos blancos, vestigio efímero del depuesto zar Nicolás II de Rusia, asesinado por los soviets, junto a toda su familia, el 16 de julio de 1918.

Pocos años después de la muerte de Lenin, acaecida en 1924, las divergencias entre Trotsky y Stalin sobre el curso que debía seguir la revolución, resultaron irreconciliables, hasta el punto de que en 1929 Stalin ordenó su deportación de la URSS. Así, tras un periplo de varios años por numerosas naciones de Europa, el 9 de enero de 1937 Trotsky llegaba con su mujer e hijo a la ciudad mejicana de Tampico, siendo allí recibido por la pareja de artistas mejicanos Frida Kahlo y Diego Rivera , quienes compartían el ideario comunista de la IV Internacional que el propio Trotsky había impulsado.

Su residencia definitiva quedó fijada en la ciudad de Coyoacán, en una casa propiedad del matrimonio Rivera-Kahlo. Con el paso del tiempo la amistad entre la célebre pintora y el viejo político ruso fue in crescendo , hasta convertirse en esporádicos amantes.

Pero no iba a ser aquella aparentemente placentera vida de exilio una historia con feliz final para el ya sexagenario comunista. Stalin lo había declarado agente a sueldo del fascismo y enemigo del pueblo, y como tal había ordenado su muerte. Ocho de los secretarios de Trotsky habían sido asesinados pero él había conseguido salir, hasta entonces, indemne de todos los atentados que habia sufrido.

En la tarde del 20 de agosto de 1940, mientras daba de comer a los conejos que criaba en su jardín, Trotsky recibía una inesperada visita. Se trataba del marido de su secretaria, la estadounidense Sylvia Agelof . De nacionalidad belga, Frank Jacson era un joven apuesto que trabajaba en Méjico como agente de una compañía petrolera. Aficionado al deporte, conducía un lujoso automóvil y aparentaba ser un bon vivant

Natasha Sedova escuchó el grito aterrador de su marido, León Davidovich. Jacson acababa de destrozarle el cráneo asestándole un golpe brutal con un pequeño piolet de alpinista. Pero de manera increíble, aquel hombre sexagenario mortalmente herido, aún tuvo fuerzas para ponerse enérgicamente de pie, y arrojar contra su agresor todos los objetos que pudo alcanzar con su mano: libros, tinteros, y hasta el dictáfono para sus notas. Después él mismo se abalanzó sobre su agresor, arrebatándole incluso el piolet, hasta que dos de los guardaespaldas de Trotsky entraron en el despacho, y a culatazos redujeron a Jacson, que también empezó a gritar de dolor.

A pesar de la operación de trepanación a la que fue sometido por un equipo de cirujanos, Trotsky fallecía en la noche del día siguiente, el 21 de agosto de 1940 en el hospital de la Cruz Verde en la ciudad de Méjico. Posteriormente, durante el juicio, se supo que el nombre de su asesino, Frank Jacson era ficticio, y que aquel extraño sujeto había usado infinidad de alias: Jacques Mornard , León Haiks , Toni Babich , Jacques Vandenbrecke … Tampoco era belga, y en sucesivas ocasiones se había hecho pasar ya por el hijo de un diplomático francés, nacido en Teherán, ya por canadiense, estadounidense, rumano… ¿Tenía también 36 años como afirmaba? En cualquier caso aquel anónimo asesino que siempre negó haber actuado a las órdenes de Stalin, fue condenado a veinte años de prisión que cumplió en la cárcel de Lecumberri, en la ciudad de Méjico.

Sin embargo, el homicida pronto viviría en su celda como en el Ritz, recibiendo visitas de personas distinguidas, entre ellas la de la actriz española Sara Montiel , y concediendo entrevistas a periodistas de diversas nacionalidades. Todavía más sorprendente resulta el hecho de que no fuera hasta el ecuador de su condena cuando se conociera la verdadera identidad de aquel misterioso personaje. Y ello a pesar de que ya en 1943, testimonios de españoles que habían visto su fotografía, lo habían identificado como Mercadé o Mercader, combatiente en la guerra civil como miembro del Partido Comunista, herido en un brazo en el frente de Tardienta. Y que su madre, al igual que su hijo, «era una fanática militante comunista» que de España se había ido a vivir a Moscú.

Efectivamente, en 1950 se tuvo la certeza de que el misterioso asesino de Trotsky era realmente Ramón Mercader del Río , hijo de la también comunista catalana Caridad Mercader (al igual que su vástago agente al servicio de Stalin) nacido en Barcelona el 7 de febrero de 1913. Durante la guerra civil había luchado en el bando de la República, combatiendo en los frentes de Aragón y Guadalajara con el grado de comandante, hasta que en 1938 fue reclutado por los agentes soviéticos que operaban en España a las órdenes de Stalin.

Tras salir de prisión, en 1960, Ramón Mercader se trasladó a Rusia, siendo posteriormente acogido, a petición suya, en la Cuba de Castro . Días antes de su marcha, en Moscú, sus compañeros del KGB obsequiaron a su antiguo camarada con un reloj de pulsera que se apresuró a abrochar en su muñeca ¿un regalo envenenado? A los pocos días empezó a sentirse enfermo, pero aún así pudo finalmente trasladarse con su mujer a la isla caribeña. Su salud, sin embargo, estaba debilitada y sus visitas al hospital fueron constantes hasta prácticamente el final de sus días. Falleció en La Habana el 18 de octubre de 1978. H