A ver lo que dura la fiesta. Pero de momento, y tras una noche electoral frenética, el relato está hora en la pareja Pedro y Pablo. Una jugada maestra ese abrazo en el comedor privado del Congreso. Rubricado con la firma del pacto de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, que casi nos deja sin aliento a más de media España. Los fogones echando chispas y todos clavados frente a las pantallas digitales o de plasma. La noticia eclipsó la dimisión de Rivera (loable), pero reiterada hasta la saciedad en los medios, como si no pasara otra cosa en España. Y de pronto, ¡zas! resulta que nos la tenían guardada ¿o qué? La derecha, desconcertada ante la sorpresa del romance y la petición de mano, se revuelve y piensa o dice que aquí había truco, que nos han engañado como idiotas, y que el trato lo tenían guardado en el congelador por si acaso los resultados no eran excesivamente favorables. Ya es pensar mal, pero qué se va a esperar de ellos. La maniobra fulminante de Pedro y Pablo les ha cogido desprevenidos. Por eso hablan de nuevo del miedo, de gobiernos de concentración o de salvación nacional, de golpe de estado y sacan los fantasmas a pasear envueltos en banderas que son de todos.

Y como no podía ser de otra forma el dinero se asustó y mucho. Cundieron las alarmas. La entelequia esa del Ibex 35 entró en pérdidas, la bolsa tembló, la CEOE aconsejó «ortodoxia económica» (es de suponer que llaman así a la reforma laboral), la patronal de los autónomos pidió «moderación» y que, ¡por favor!, el PSOE asuma Economía, Hacienda y Trabajo. También manifestaron su «inquietud» esas cosas raras que son las agencias de calificación. Tranquilidad, no se trata de un desplome ni nada parecido. Solo que los que manejan el dinero y piden austeridad a los de abajo se desasosiegan para que cunda el pánico. Una táctica habitual, que ya no cuela.

El abrazo de estos dos partidos condenados a entenderse para dar estabilidad al país y salir de un bloqueo agónico y desesperante es un soplo de aire fresco que nos ha cogido a muchos acatarrados de tanto esperar seis meses de tonteo adolescente, y con las ventanas de la esperanza abiertas de par en par. Los partidos pequeños deberían mostrar generosidad y no ir únicamente a lo suyo porque el momento es difícil y delicado, pero no imposible. Conviene que los de Ciudadanos reaccionen ante el KO técnico de la debacle electoral y asuman sus errores. Hasta ahora no han reconocido nada. Solo que se han hundido. Y si no reaccionan pronto lo poco que les queda será devorado por Abascal y Casado, que ya se frotan las manos, aunque se hayan quedado sin un avasallador compañero de viaje.

Respecto a Vox, y su parece que imparable ascensión a los cielos de la patria, habrá que oír cuales son sus alternativas y programa, porque solo conocemos su ideología fascista. Su política consiste en tumbar lo que ya existe. Pero han tenido la suerte de que la prensa les ha regalado la campaña. Información espectáculo. Y de eso sí saben. Lo único.

*Periodista y escritora