Los Mossos d’Esquadra fueron reticentes a intervenir para interrumpir una concentración ilegal donde personas con percepciones alteradas y convencidas de que es ofensivo que las normas que sirven para los demás rijan también para ellos convertían su falta de solidaridad y responsabilidad en un problema para la convivencia de todos. Ocurrió con la 'rave' de fin de año y el 'procés', pero al menos la 'rave' acabó, mientras que el 'procés', como todo el mundo sabe, no tuvo lugar y no se acaba nunca.

Así, leemos que en el secesionismo hay variaciones: unos defienden la independencia unilateral, otros quieren que el Estado reconozca el derecho de autodeterminación, otros aspiran a forzar que el Estado acepte un referéndum de autodeterminación. Uno no sabe dónde elegir entre tanta variedad.

Se presupone la deslealtad con el Estado y solo varían los plazos. Alguna vez se habla de la fase trumpista del independentismo: por ejemplo, cuando se anunció que Joan Canadell sería el número de Junts per Catalunya. Canadell ha dicho durante la pandemia que "España es paro y muerte, Cataluña vida y futuro".

Cosas que no son suyas

El nacionalismo catalán lleva tiempo apropiándose de cosas que no son suyas. En sus momentos más civilizados sigue la máxima de que lo mío es mío y lo tuyo es de los dos. En sus momentos más locos, pseudohistoriadores subvencionados dicen que Cervantes, el autor del 'Cantar de mio Cid' o Colón eran catalanes. Es probable que la función de esas teorías sea hacer que otras mamarrachadas menos llamativas parezcan respetables.

Pero en el caso de la comparación con el trumpismo es más bien al revés: dejemos la falsa modestia. El independentismo ya empleaba las 'fake news', mostraba una visión plebiscitaria y excluyente, hedía a xenofobia.

En el caso de Trump, una figura mucho más peligrosa para el mundo, vemos el desprecio a las instituciones comunes, la extensión de una teoría conspirativa (que hace que muchos republicanos crean que ha habido trampas) y a la vez la aceptación tácita de la derrota. La duda, decía el 'Financial Times', es si el trumpismo sobrevivirá después de Trump. Ha acumulado 200 millones en donaciones para un "fondo de defensa electoral", que podrá usar para afrontar numerosos problemas legales. Trump recogía tendencias racistas y 'antiestablishment' presentes en los republicanos. Políticos que antes se definían como conservadores o reformistas ahora se presentan como trumpistas y nacionalpopulistas. Cuesta aceptar que ha sido un error: serías un traidor.

Hay parecidos. Pero para que Trump fuera como los líderes independentistas, debería entre otras cosas violar los derechos de la oposición, organizar votaciones ilegales, desobedecer la Constitución y las sentencias judiciales, y alentar a sus seguidores a cometer actos violentos. Solo es un aprendiz. @gascondaniel