Donald Trump apareció ayer en la sede de Naciones Unidas, en el edificio neoyorquino que años atrás anhelaba encarecidamente, no porque comprendiera la importancia del organismo, sino porque la rehabilitación del inmueble era una enorme oportunidad de negocio. Ayer el presidente de EEUU llegó a la ONU en un momento en que su secretario general, António Guterres, está comprometido con otra reforma, la del funcionamiento de la organización que, décadas después de su creación, aparece anclada en el inmovilismo de unos pactos de la segunda guerra mundial.

Trump, que hoy debutará ante la Asamblea General, se sumó al carro de la reforma en lo que parece un intento de ponerse la venda antes de la herida convirtiéndose en el abanderado de unos cambios que no contemplarían más allá de una reducción de la burocracia y del presupuesto. La reunión de ayer había sido convocada precisamente por la Casa Blanca para discutir las reformas consiguiendo que 126 países, entre ellos España, firmaran la declaración aunque algunos de ellos, como Francia, lo hicieran a regañadientes por el modo peculiar con que Washington ha llevado esta iniciativa.

Nueve meses después de su llegada a la Casa Blanca, la política exterior de Trump construida en muchas ocasiones a golpes de tuit, adolece de una visión de conjunto, de una línea de trabajo sobre la que construir unas relaciones con el resto del mundo. Su discurso de hoy ante la Asamblea General será la ocasión de ver si Trump mantiene el lema del America first, del aislacionismo, o bien si está dispuesto a actuar en un mundo multilateral, a trabajar con socios y con qué socios. El discurso permitirá comprobar si sigue basando su política exterior en la palabrería y las amenazas o si presenta un programa sólido y no distinto del que elabora su propio Departamento de Estado, con el que no siempre parece estar en consonancia. El acuerdo nuclear con Irán o el conflicto con Corea del Norte son dos de las cuestiones que requieren una mayor clarificación por parte de EEUU. También las siempre envenenadas relaciones con Rusia. Sin olvidar el Acuerdo de París sobre el cambio climático que Trump dijo querer abandonar. Ayer el secretario de Estado Rex Tillerson aseguraba que su país está dispuesto a buscar un pacto que fuera equitativo y equilibrado.