Contra Trump seguimos viviendo mejor. Haga la prueba, ojee la portada de cualquier medio de referencia estadounidense y comprobará que el bufón ejerce todavía de protagonista en el fulcro de la democracia mundial. La revista Time ha nombrado obligatoriamente Persona del Año a Joe Biden , pero con la insultante particularidad de que no se ha atrevido a premiarlo en solitario. Le concede el galardón exaequo con Kamala Harris , que desde luego lo merece más que el presidente, pero aquí se trata de constatar una humillación sin precedentes.

La base de la democracia no es la elección a través del voto, eso puede conseguirlo hasta un referéndum ilegal, sino la sucesión pacífica en el poder tras la aceptación de la derrota por el saliente. Está claro que Biden no va a suceder ni sustituir ni siquiera suplantar a Trump. Bastante tendrá con desalojarlo de la Casa Blanca, gracias al músculo policial. Culminará así el tránsito de la puerilidad a la senilidad, aunque sin modificar la edad del titular.

Trump sigue pero no volverá, aunque será añorado por quienes se resisten a enterrar al padrastro, después de matarlo metafóricamente. The Donald ha sido un excelente negocio para sus enemigos, el orondo New York Times despidió a su jefe de opinión por atreverse a publicar un artículo favorable a las tesis presidenciales. Trump tampoco acabará en la cárcel, frustrando así el deseo de quienes aspiran a seguir exprimiendo su figura. El monstruo se reencarnará en otro fenómeno, probablemente una mujer. Como bien dice Alexandria Ocasio-Cortez , futura presidenta estadounidense, «¿sabes cuántos Trump están aguardando?» Resulta esperanzador que la congresista demócrata muestre una sana desconfianza hacia el presidente emanado de su partido, formulada en condicional. «Si la vida de esta gente no se hace diferente con Biden, estamos listos». Y aunque lo ignore, no se refiere únicamente a los americanos.