Los recientes resultados de las elecciones europeas han demostrado que el nacionalpopulismo crece en Europa, especialmente en su banda oriental. La mayoría de los partidos o gobiernos que sustentan el crecimiento ultra se mueven en una ideología radical de derecha nacionalista, con tintes supremacistas y xenófobos. Con el manual en la mano no serían propiamente fascismos, pero sí podrían estar encarnando prefascimos a la espera de que Europa, como ha advertido Henry Levy-Strauss, esté preparada para resucitar fascismos auténticos, algo que no es descartable en Hungría, Italia o en la Francia de Le Pen.

Al igual que Jair Bolsonaro en Brasil, en Estados Unidos Donald Trump y su trumpocracia podrían asimismo estar desarrollando un prefascismo. La nueva Casa Blanca se ha convertido en un zoco de cleptómanos, déspotas y mercenarios de las grandes fortunas que, como Steve Bannon, actúan para desestabilizar el statu quo político y acto seguido comprar acciones del poder local o de sus grandes empresas.

En su reciente ensayo, titulado Nacionalpopulismo (Península) Roger Eatwell y Matthew Goodwin, politólogo el primero, sociólogo el segundo, reflexionan sobre este fenómeno con miras más amplias.

Ambos decidieron comenzar su libro espoleados por dos insospechadas manifestaciones de la voluntad popular: el triunfo de Trump en USA y del brexit en UK. Nadie creía en la victoria de Trump (el Washington Post daba un 90% de posibilidades a Hillary Clinton) como nadie creía que el pueblo británico votara a favor de abandonar la Unión Europea, pero todos los analistas se equivocaron y lo que parecía imposible sucedió. El electorado votó claramente contra las élites políticas y a favor de un cambio que atendiese en mayor medida las necesidades reales de una población agobiada por el desempleo, los bajos salarios y la falta de servicios sociales. Que les devolviera el orgullo de nación y colocara un muro al fenómeno migratorio, que para muchos estadounidenses y europeos no es otra cosa que una seria amenaza.

Eatwell y Goodwin se toman muy en serio el nacionalpopulismo. No creen que sea una moda ni un fenómeno pasajero, sino una tendencia. Al loro.