A la vista de los resultados de la encuesta del instituto GESOP que publicamos ayer, el terremoto político de las elecciones europeas era solo la señal de alarma del tsunami que se avecina: Podemos, que obtuvo 1.245.948 votos y 5 eurodiputados, se iría a 58 diputados en el Congreso y quebraría por la raíz un bipartidismo que dura desde la transición. El mapa político resultante mantendría el predominio del PP, aunque con la pérdida de 60 escaños, frente a una enorme fragmentación de la izquierda, con un PSOE hundido bajo la barrera de los 100 diputados (sacaría 89), rompiendo así la regla de que ninguno de los dos grandes partidos ha caído nunca por debajo de esa cifra. Aunque los resultados requieren matices --la encuesta recoge aún la euforia de Podemos tras las europeas--, el final del bipartidismo parece inevitable. Ese grupo recoge votos de todas las franjas de edad y de todos los niveles de estudios, y arranca sufragios de IU, del PSOE, de UPD y de la abstención. Pero la solución no es la gran coalición PP-PSOE (rechazada por el 61%) sino un pacto de izquierdas, el 80,2% del electorado del PSOE lo apoya.