A muchos de los damnificados del sector turístico les gustaría estos días hablar con su ministro, pero, increíblemente, España, potencia mundial, nunca ha tenido un ministro de Turismo. Hay, parece, una secretaria de Estado, Bel Oliver, que todavía no ha dicho esta boca es mía. Y hay, se cree, una ministra de Industria, Comercio y Turismo —por ese orden, ojo—, Reyes Maroto, que tampoco. Como si el turismo no significara el 15% del PIB nacional, como si no diera empleo a millones de españoles y no recibiera al año a cerca de cien millones de extranjeros, sus responsables públicos no han planteado aún una sola medida estructural, sanitaria o económica para evitar la inminente crisis del sector y el cierre de numerosos establecimientos.

Mientras la ministra Maroto calla, el embajador inglés en España, Hugh Elliot, anuncia que sus compatriotas no visitarán este año nuestro país. Mientras la secretaria de Estado Oliver guarda silencio, el comisionado de Turismo del Gobierno alemán, Thomas Bareiss, adelanta que los alemanes no vendrán este verano a España (el verano pasado nos visitaron 11 millones).

A miles de empresarios y decenas de miles de empleados de hoteles, restaurantes, líneas aéreas, ferrys, cámpings, agencias de viaje, de seguros, casas rurales, puertos deportivos, compañías de guías, de animación, de deporte de aventura, recepcionistas, kellys, camareros, cocineros o socorristas les gustaría saber cuándo y en qué condiciones podrán abrir sus negocios o recuperar sus puestos, pero las autoridades, que ya han dado por perdido el verano, nada dicen, a nada se comprometen. Tan solo la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, para acabar de arreglarlo, adelantó que tal vez puedan abrir hacia Navidades «y en medio de enormes dificultades».

Frente a este sepulcral silencio son muchos los oídos que se vuelven a la oposición. Pero tampoco de aquella parte se emite nada práctico, urgente, inteligente, para salvar de la bancarrota al turismo español. El PP, que tanto presume de apoyar a la empresa privada, no ha presentado una sola medida para evitar la debacle económica de una de nuestras perlas productivas.

¿A qué se dedicarán sus señorías en los tele escaños?