El fenómeno de las fake news se entiende mucho mejor si uno ve a diario los telediarios de Televisión Española. Desde el pasado mes de marzo, esto es, desde el estallido oficial de la pandemia y primer confinamiento, los noticiarios de Prado del Rey, a las siete de la mañana, a las tres de la tarde o a las nueve de la noche se han dedicado íntegramente a informar de la enfermedad en todos sus aspectos. No ha quedado ni queda, lamentablemente, espacio para otras noticias, salvo para el Real Madrid, que sigue monopolizando la sección deportiva, y la información del tiempo, que da casi tanto miedo como las noticias televisadas del covid.

Viendo, sin embargo, otras cadenas extranjeras, CNN, BBC, Euronews, medios franceses o alemanes, compruebo que sí tienen cabidas otras muchas noticias, nacionales e internacionales, sociales y culturales. Estas grandes cadenas, generalistas, como TVE, dedican en sus telediarios una franja de cinco o diez minutos a la epidemia, pero nunca un programa íntegro al monotema sanitario.

TVE lo hace cada día, monótona, obsesivamente. ¿Por qué? O, quizá habría que preguntar mejor: ¿Para qué?

¿Qué gana, en efecto, el principal medio público con generar un estado de ansiedad permanente entre amplias capas de la población española, destacando siempre las peores noticias, resaltando la excepción, lo trágico, lo amenazador, machacando al espectador con un torrente informativo de corresponsalías internacionales y locales en cuyas zonas no sucede nada más, ninguna otra noticia además de las muertes, los contagios, las ucis…? Obviamente, los periodistas del ente se limitan a cumplir órdenes de sus comisarios políticos, que les marcan, inapelablemente, los contenidos, el sentido y el orden con que deben emitir las noticias, pero mis dudas, en el fondo, seguiría siendo las mismas: ¿Por qué? ¿Para qué?

No quisiera pensar que hay orquestada una gigantesca campaña para sembrar el terror cotidiano, ni que eso tenga que ver con las ansias del poder, de la casta política en general (pues la oposición no protesta) para domeñar al pueblo, encerrarlo, limitarlo y, a la postre, quebrar su movilidad, libertad, iniciativa e independencia. No quisiera pensarlo, pero… Por si acaso, para estar mejor informado, leo el periódico y escucho la radio.