Acostumbrados a ver la información internacional plagada de noticias sobre la UE, desenchufar de ellas es normal, porque estar al día de lo que allí ocurre resulta más difícil que seguir los culebrones televisivos. La volatilidad de sus acuerdos, su trascendencia, las dificultades para armonizar soluciones en los veintiocho estados, su necesaria intergubernamentalidad y los efectos transnacionales de los mismos, la presentan como algo lejano, solo comprensible para sus políticos, funcionarios y tecnócratas.

Sin embargo las decisiones que se toman tienen inmediato efecto en la vida cotidiana de los ciudadanos. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, transitamos sobre infinidad de directivas, sentencias del Tribunal de Justicia Europeo y proyectos financiados por la UE. Querámoslo o no, la UE circula por nuestras venas, actúa de motor en nuestras vidas, y es imprescindible para nuestra economía y nuestro bienestar.

Con estas premisas desde el Consejo Aragonés del Movimiento Europeo estamos desarrollando un programa de ámbito comunitario, «Europa en la escuela», que durante estos tres últimos cursos nos ha permitido contactar con más de ochenta centros de toda la región y cerca de 9.000 alumnos/as con edades comprendidas entre los 14 y 16 años.

En colaboración y gracias al magnífico apoyo de sus profesores, intentamos explicar las historia de la construcción europea desde sus orígenes, como dique de contención al tradicional belicismo de nuestro continente, el establecimiento de un mercado único, la creación del euro, el contrato social, la consolidación de las democracias en el Este de Europa y el intento de afirmarse como un poder global frente a los EEUU y las nuevas potencias.

Concretar en el día a día nuestra pertenencia a la UE, divulgar como nos afecta, es la parte más satisfactoria y donde más percibimos su enorme desconocimiento. La visión de esas reuniones nocturnas de mandatarios que rozan el acuerdo en cuestiones importantes sin concretar su afección cotidiana ayuda muy poco.

Por eso es imprescindible trabajar en positivo, explicando a estos jóvenes las directivas que afectan a nuestra vida, sin obviar los problemas, por supuesto, pero reconociendo que en el espacio europeo se garantiza seguridad a las personas-ciudadanos en todos los ámbitos, consumidores, trabajadores o empresarios, en ámbitos tan diversos como la sanidad, los derechos sociales, la igualdad, la solidaridad, la movilidad geográfica, la libre circulación de las personas, la educación y derechos sociales o los estudios en otros países.

Y todo ello sabiendo que las simples fuerzas del mercado o la acción unilateral de los países no bastan para satisfacer las necesidades de los ciudadanos. Lo cual hace que la UE defienda un modelo de sociedad basada en los derechos humanos, el respeto a la diversidad cultural, religiosa y lingüística y una distribución equitativa de los beneficios del crecimiento económico.Un modelo propio frente a otras potencias.

Los debates con los alumnos/as en estas sesiones, nos dan pistas de por dónde van sus preocupaciones y en parte la de los círculos familiares en que se mueven. Los efectos del brexit, las razones de los británicos para irse, el efecto contagio que puede conllevar, las consecuencias en sus intercambios, en el Erasmus, en el Interrrail… son constantes. La inmigración, más como curiosidad de los debates que suscita que como incomodidad ante los compañeros que comparten pupitre. Los efectos del crecimiento de la extrema derecha para el futuro de la UE. Y también cuestiones mucho más prácticas, como las posibles opciones en el mundo laboral, homologación de títulos, el acceso a servicios para la juventud… y otros muchos que demuestran inquietud en una generación plenamente europea que en su evolución europeísta o euroescéptica condicionará el futuro de la Unión.

Son muchas las cuestiones a sugerir tras estos tres años rodando por nuestra geografía. Entre ellas visualizar las actuaciones que se realizan a través de los diferentes fondos que recibimos. Son muchas las obras, proyectos, subvenciones, ayudas a empresas, universidades, centros de enseñanza que condicionan la vida de municipios, diputaciones provinciales y Comunidad Autónoma. Desglosar las partidas, explicar su itinerario y su finalidad, es un arma de europeísmo infalible para euroescépticos desinformados.

No estaría de más saber qué inversiones se han hecho desde el 1987, sobre todo porque en nuestro europeísmo hay mucho de cartón piedra, de manera que cuando vean los efectos de ser contribuyentes netos, muchos pueden mutar su fervor en fobia.

Tanto la construcción como los efectos de las diferentes políticas europeas deberían tener más presencia en los programas educativos. Hay libros de texto que con la mitad de este artículo se ventilan el proyecto histórico más relevante y exitoso que ha tenido este continente. Eso sí «la guerra de los treinta años» o «el imperio de Carlos V» triplican la información.

También es verdad que hacer pedagogía de la trascendencia de este proyecto con la perspectiva de unas inminentes elecciones europeas donde los representantes aragoneses van en puestos de difícil salida, es poco coherente.

*Coordinadores del programa «Europa en la escuela» del «Consejo aragonés del movimiento Europeo».