Hacía mucho tiempo que en la Unión Europea no se veía tanta cohesión y unanimidad como la demostrada el sábado en la cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de Gobierno. La aprobación en menos de15 minutos de las directrices sobre las que deben encarrilarse las negociaciones del brexit demuestra que ante grandes retos como es la salida de uno de los miembros la UE sabe aparcar diferencias y mostrarse unida, sin fisuras. El documento aprobado por los 27 no esconde la incertidumbre y el potencial perturbador que el brexit tiene para los británicos y también para la Unión. Por ello insiste en la necesidad de mantener esta cohesión a fin de lograr un resultado que sea equitativo para las partes.

Ciertamente el potencial perturbador es enorme. El Gobierno británico entiende esta rara unidad como un frente contra su país. Londres, con un largo y tupido historial de actuaciones basadas en el divide y vencerás lo intentará en esta ocasión en la que se juega su futuro. Y los temas y países en los que puede crear grietas son muchos. Puede intentarlo con Polonia, por ejemplo, por ser un país que tiene un gran número de ciudadanos viviendo en el Reino Unido; o con España por la siempre intratable cuestión de Gibraltar; o con Irlanda por el futuro del Ulster; o con Holanda que tiene prisa por pactar un acuerdo comercial con Londres, o con Alemania por sus exportaciones a Gran Bretaña. Pero donde surgirán los mayores problemas será en la factura a pagar.

El divorcio tendrá un precio severo para los británicos, pero también lo tendrá para el resto de miembros porque, como decía Jean-Claude Juncker, hay quien no querrá pagar más para cubrir el vacío presupuestario que deje el Reino Unido y quien no querrá recibir menos. Será entonces cuando se verá si la unidad demostrada ayer es solo momentánea y se crea una nueva división europea que añadir a las creadas entre norte-sur, este-oeste y deudores-acreedores. En estos momentos de incertidumbre general y sin haber salido completamente de la crisis la UE no puede permitirse una división porque ella abriría el camino hacia la descomposición. En estos tiempos, la Unión resulta la única barrera ante las múltiples amenazas que se ciernen sobre una Europa que a veces parece no haber aprendido las terribles lecciones del pasado.