A pesar de sus recientes calamidades y derrotas, el Partido Popular-Aragón tiene una oportunidad de oro -seguramente, la última- para restablecer su imagen, reorganizar sus filas y emprender una nueva y más esperanzada etapa. Para ello, simplemente tiene que pedir cita a Mariano Rajoy y plantearle que se olvide de una vez por todas de la matraca del trasvase del Ebro. Nunca mais , como en Galicia.

Si así lo hace, Gustavo Alcalde, el oscurecido líder de los conservadores aragoneses, daría un paso considerable en la rehabilitación de su propia imagen, y de la su domesticado partido. Se reconciliaría de un golpe con el electorado que le ha sido esquivo, o que ha cambiado de signo, y encabezaría, al fin, un reflejo autocrítico, revisionista, en la hasta ahora férrea estructura de Arenas y Aznar.

Por otra parte, no tengo la menor duda de que Rajoy, político más templado y dialogante que el ponente de Georgetown, pronto renunciaría a aniquilar, o incluso permitiría prosperar una iniciativa interna que, al fin y a la postre, no dejaría de responder a la voluntad popular, y de ajustarse a la nueva legislación.

Porque el anuncio del nuevo gobierno, presidido por Rodríguez Zapatero, y con la ferviente antitrasvasista Cristina Narbona al frente de la cartera de Medio Ambiente, de que el trasvase se va a derogar en menos de quince días, situará al margen de la ley a quienes mantengan la posición contraria. A partir de esa derogación, y de la formulación de un nuevo PHN, quienes insistan en trasvasar el río Ebro se habrán situado, simple y llanamente, en un plano al margen de la ley.

En esa coyuntura, de obstinarse Rajoy, Camps, Valcárcel y Alcalde en mantener su postura trasvasista, el PP se enfrentará al Parlamento español, al Parlamento Europeo, a la legislación española y comunitaria y, lo que equivaldría a una especie de suicidio político, a los deseos medioambientales expresados por los ciudadanos en las urnas con meridiana claridad.

Me gustaría pensar que Gustavo Alcalde, como hombre inteligente que es, habrá tenido la agudeza de colegir que su postura trasvasista ha sido la causa fundamental por la que su partido ha perdido las últimas elecciones municipales, autonómicas y generales, ocasionando al PP-Aragón una sangría de votos, y tumbándole a un candidato tras otro. Los populares no deben buscar el origen de sus desdichas en la confrontación con la DGA, ni en los ecologistas, ni en la prensa, sino en su propio, erróneo e interesado análisis. Planteamiento partidista, por cierto, que tampoco ha funcionado a nivel nacional porque, desde luego, no ignora Rajoy que el PHN de Aznar apenas ha reportado beneficios en las circunscripciones levantinas, supuestamente entusiasmadas por la promesa del oro líquido. La izquierda ha crecido en Cataluña, en Valencia, en Andalucía, incluso en la Murcia de las primeras piedras y de la ministra-candidata, Elvira Rodríguez.

Es el momento de enmendar el error, pasar página y comenzar una nueva vida política. Anímese, don Gustavo. No se arrepentirá.

*Escritor y periodista